“Sin hogar, pero con sueños”, la campaña de Cáritas para sensibilizar sobre el derecho a contar con una vivienda adecuada y un nivel de vida digno

- La Casa Betania ha atendido a más de 400 personas sin hogar en 2025 en Zamora
Zamora, 22 de octubre de 2025. – Las personas sin hogar no tienen una casa o un lugar para vivir propio. Sin embargo, tienen una vida y una historia. Con motivo del Día de las Personas sin Hogar, que se celebrará el próximo 26 de octubre, Cáritas lanza la campaña “Sin hogar, pero con sueños”, para visibilizar los sueños silenciados de quienes cada día se enfrentan a múltiples barreras. Aquellas personas que, aun trabajando, no pueden acceder a una vivienda y tener un nivel de vida digno.
Los objetivos de la campaña son: sensibilizar a la sociedad sobre la situación de exclusión y vulnerabilidad que viven las personas sin hogar; denunciar y cuestionar el modelo socioeconómico actual, así como hechos concretos que tienen un impacto mayor en personas en esta situación; promocionar herramientas para sensibilizar e influir en la sociedad y ante las administraciones; y realizar una llamada a la acción para lograr una respuesta ciudadana.
Con el propósito de reconstruir los vínculos que les permite volver a formar parte de la comunidad, Cáritas Diocesana de Zamora ha atendido a más de 400 personas sin hogar en Casa Betania en lo que llevamos de 2025. En el servicio de comedor, desde febrero, la media diaria se sitúa entre 55 y 60 personas, aunque con pequeñas variaciones según los meses. Muchas de ellas no viven en el centro, pero vienen en busca de una comida digna que no pueden costear con sus ingresos.
Cáritas es testigo de cómo sigue en aumento la vulnerabilidad en muchas personas y familias que no pueden acceder a su derecho a una vivienda digna y adecuada. Por ello, es necesario y urgente seguir sensibilizándonos como sociedad y continuar interpelando a las administraciones públicas, garantes de los derechos humanos, y al resto de la sociedad acerca de la realidad que están viviendo estas personas.
Para fomentar esa sensibilización, Cáritas lanza un mensaje claro a la ciudadanía en general y a la sociedad zamorana en particular:
- Para. Detente y mira estas realidades
- Acércate a ellas desde la empatía
- Actúa, porque el sinhogarismo no es solo un problema de quienes lo sufren; es un reto colectivo que nos interpela a todos
Este año, Cáritas Diocesana de Zamora vuelve a contar con la colaboración del Zamora Club de Fútbol para dar visibilidad a la campaña. Varios jugadores del primer equipo acudirán al comedor de Casa Betania para vivir la experiencia de ser voluntarios por un día y servir la cena a las personas sin hogar que viven en el centro de acogida. El club también invita a Cáritas Diocesana de Zamora a acudir al partido que se celebrará el 26 de octubre en el estadio municipal Ruta de la Plata, un gesto sencillo pero cargado de esperanza.
En la rueda de prensa de presentación de la campaña en Zamora, se ha contado con la presencia de dos personas que han vivido y viven el sinhogarismo y que han querido dar testimonio de su situación y del apoyo recibido por parte de los trabajadores y voluntarios de Cáritas:
Francisco (57 años): “Soy de un pueblo de Sevilla y llegué a Zamora en un momento bastante complicado de mi vida. Traía la vida en una mochila. A mí me ofrecieron ayuda en la Casa Betania, la acepté y desde el primer día me sentí acogido. Los trabajadores me ayudaron, me acompañaron al médico, porque vine enfermo, a arreglar papeles… y me siguen acompañando. Al tiempo me independicé, aunque no del todo porque sigo yendo al comedor, donde me siento bien y me tratan bien, y es como si tuviera una segunda familia. No me siento tan solo. De hecho, ahora estoy trabajando en la empresa de reinserción de Cáritas, en la recogida de ropa. Por último, quería dar la gracias a todo el equipo de Cáritas, que se portan muy bien, y también a los que colaboran con ellos”.
Reyna (63 años): “Hace dos meses salí de Cuba acompañada de mi hijo por la mala situación económica del país, con recursos muy bajos, mala sanidad, falta de empleo o la falta de electricidad. Gracias a Dios, que nos permitió llegar bien a España. No sabíamos cuál era nuestro destino porque no teníamos familia ni amistades, pero al llegar a Zamora me encontré con personas maravillosas que me han arropado amablemente y nos han dado mucho cariño y mucho amor. Se han preocupado mucho por nosotros y nos hacen sentir como si estuviéramos con nuestras familias. Agradezco a los trabajadores de Casa Betania porque nos han dado mucho apoyo. Y muchas gracias a Dios porque los conocí a ellos”.



