05/11/2019

Somos Iglesia noviembre 2019

Saludo del nuevo Delegado de Acción Social

Querido amigo y compañero,

Aprovecho la inauguración de nuestra nueva página web para hacerte llegar un saludo afectuoso y sincero tras mi reciente nombramiento, el pasado mes de septiembre, por nuestro Arzobispo castrense, D. Juan del Río, como Delegado de Cáritas Castrense. Y, asimismo, ponerme a tu disposición desde los Servicios Centrales.
Sustituyo al Páter Francisco Bravo, quien siguiendo las directrices de nuestro Arzobispo, y junto a un gran equipo de voluntarios, dieron los primeros pasos de puesta en marcha y de organización de nuestra joven Cáritas Castrense. Gracias a su labor, y al trabajo de tantos voluntarios y capellanes castrenses, contamos ya con 21 Cáritas parroquiales activas y otras en desarrollo. Gracias de corazón a todos por vuestra labor y vuestra entrega.

Creo, sin riesgo a equivocarme, que todos juntos hemos entrado en una nueva etapa en la misión espiritual y asistencial de Cáritas Castrense tanto en nuestras Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado como en la propia Iglesia en España. Es el momento de consolidar su desarrollo, implantación y medios para lograr que siga siendo un instrumento eclesial de ayuda material y cristiana a los más necesitados, en especial en nuestras Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, nuestra autentica razón de ser.

La página web también ayudará a desarrollar con mayor eficacia este apostolado caritativo en esta nueva etapa que iniciamos, ya que, como sabes, los medios de comunicación social son uno de los recursos más importantes para hacer llegar la labor asistencial y cristiana a quienes lo necesiten, de manera que su mensaje y trabajo alcance a cuantos mas mejor y llegue cada vez a más necesitados de nuestro apoyo eclesial castrense. Esta Misión católica y tarea social que, con nuestras palabras, nuestra cercanía, nuestro testimonio y nuestras obras, coopera a la realización de la acción caritativa y social de la Iglesia Castrense en España, de modo que su benéfica labor sea una realidad en todo nuestro territorio nacional e internacional, allí donde se encuentren destinados nuestros militares en sus distintas unidades o centros de Defensa, nuestros Ejércitos, la Guardia Civil y la Policía Nacional.

En esta etapa que compartimos e iniciamos habrá que seguir detectando los distintos focos de pobreza que se manifiestan en nuestro tiempo. Tarea para la que es necesario hacer un esfuerzo y entender la pobreza no solamente como la falta de recursos materiales ya que también la pobreza da la cara en los casos de desestructuración familiar, enfermedades, soledad, drogodependencia, discapacidad, y tantos otros dramas personales y sociales que atenazan a muchos de nuestros soldados.

En nuestro ámbito castrense hemos detectado estas circunstancias y dificultades materiales y sociales, pero, por el mundo cambiante en el que estamos inmersos y la abnegada y sacrificada forma de vida de nuestros militares, de sus cambios de destino, escolarización y movilidad geográfica que en ocasiones impide compartir de forma permanente la convivencia diaria en los hogares, tenemos el riesgo de no alcanzar en nuestra labor la plena asistencia a nuestros necesitados. Vemos con preocupación situaciones que nos pueden llevar a una inestabilidad económica fruto de los citados cambios de destino y movilidad del personal en activo, además de su pase a la reserva, la soledad por la falta de la figura paterna o materna, o las dificultades que conlleva para los hijos los diferentes colegios y domicilios en los que han de mudarse, además de, con frecuencia, tener uno de los esposos que renunciar a su trabajo para cuidar de la familia con el cónyuge destinado lejos de casa, sea en destinos en el extranjero o temporalmente de misión internacional sirviendo a España, sea en puestos distantes en exceso del domicilio familiar.

Toda esta realidad social, familiar y personal de nuestros militares ha de ser asumida y atendida como Iglesia en nuestro Arzobispado castrense. Y, por todos estos motivos espirituales y de justicia, Cáritas Castrense no es un simple organismo de nuestra Iglesia castrense, sino que constituye su esencia pastoral, su identidad caritativa y su apostolado cristiano. Así, el mensaje de Cristo de caridad y amor al prójimo, encarnado en los más necesitados de nuestros soldados y familias en nuestra Iglesia castrense, se realiza y perfecciona en nuestra Cáritas Castrense. Y su trabajo, haciendo llegar con caridad evangélica la respuesta asistencial y material a nuestros compañeros y familias militares que sufren cualquiera de las circunstancias antes citadas, y muchas más, refleja el rostro de Dios hecho soldado en nuestros compañeros militares y sus seres amados.

El próximo diecisiete de noviembre la Iglesia celebrará la III Jornada Mundial de los pobres bajo el lema “La esperanza de los pobres nunca se frustrará”, donde nos invita a incrementar en todas las iniciativas de asistencia “la plena atención que le es debida a cada persona que se encuentra en dificultad”. Cada Jornada Mundial es una oportunidad para detenernos en la reflexión de nuestra realidad, y de juzgar con firme determinación a la luz del Evangelio nuestro testimonio cristiano y militar para, iluminados con la Doctrina Social de la Iglesia, la oración y la ayuda de Dios, continuar con una praxis humanizadora que acerca a Cristo también en la caridad y la ayuda material a quien lo necesite en nuestra Iglesia castrense. En esta labor nos estimula y coopera a que intentemos dar lo mejor de nosotros con la luz ejemplar representada en la labor de tantos capellanes a lo largo de la historia de este Arzobispado castrense que han desgastado su sacerdocio en el bien de su grey militar.

Ojalá que este año y tras esta jornada sepamos desde nuestras Cáritas ser testigos de esperanza, como nos invita el Papa Francisco ante los más desfavorecidos, también en nuestras Fuerzas Armadas y Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Que los más necesitados vean y encuentren en nosotros no sólo a alguien que buscó un proyecto para atender una necesidad concreta sino también a un compañero de camino espiritual, material y personal. Que nuestra Cáritas Castrense sea el “binomio” que nos acompaña y donde depositamos nuestra confianza, siendo plenamente conscientes de que esta ayuda se prolonga en el tiempo, de modo que nuestros militares y sus familias sepan que siempre obtendrán en nuestra Cáritas Castrense “una esperanza verdadera cuando reconocen en nuestro sacrificio un acto de amor gratuito que no busca recompensa”. De esta manera su esperanza nunca se frustrará.

Páter Benito
Delegado de Cáritas Castrense