La exclusión social baja en Navarra, pero crece la precariedad y la desigualdad
La exclusión social afecta a 88.845 personas, el 13,2% de la población, un porcentaje menor que en España (19,3%)
Presentamos los resultados del IX Informe sobre exclusión y desarrollo social en Navarra elaborado por la Fundación FOESSA a partir de la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales (EINSFOESSA 2024). El estudio, que forma parte del IX Informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en España, ofrece una radiografía precisa de la realidad social navarra tras dos décadas de crisis encadenadas, transformaciones económicas y cambios sociales.
El IX Informe FOESSA revela que la desigualdad es el motor principal de la pobreza y la exclusión social en España y en Navarra. A pesar del crecimiento económico, España mantiene una de las tasas de desigualdad más elevadas de Europa. La evolución en la comunidad navarra ha sido de incremento constante de la desigualdad, pasando de un GINI1 de 24,7 en 2018 a 30,7 en 2024, rompiendo, hasta casi igualar, la tradicional diferencia con el conjunto del estado, 31,2.
Pero si miramos los datos del Informe FOESSA de Navarra de 2014, vemos cómo los datos actuales son un retroceso. Parece que no terminamos dar con la fórmula para acortar desigualdades. La mitad de la población navarra (50,7%) se encuentra en integración plena. El resto de población se mueve entre una integración precaria y los diversos grados de exclusión social. La exclusión social en Navarra afecta a 88.845 personas, el 13,2% de la población. Es un porcentaje menor que en España (19,3%).
Nos servimos de una imagen para ilustrar el impacto de esta cifra: si las 88.845 personas se cogieran de la mano, formarían una cadena humana de 55 kilómetros, capaz de unir Pamplona con el Castillo de Javier. Una fila ininterrumpida de personas que atravesaría el corazón de Navarra.
En Navarra, entre los años 2018 y 2024 el espacio de la exclusión social se reduce en la zona de exclusión moderada, pasando del 9% al 7%, pero se mantiene inalterado en la zona de exclusión severa, en un porcentaje del 6%, afectando a 41.731 personas. Y se observa un incremento en la integración precaria pasando del 31,3% al 36%.
Estas cifras revelan una tendencia preocupante: por una parte, crece el espacio de la precariedad, con un grupo amplio de personas que a pesar de estar integradas tienen dificultades crecientes para sostener su bienestar. Enfrentan dificultades en coberturas de necesidades básicas, empleo, vivienda, salud o participación social. Hemos avanzado en inclusión, pero no en estabilidad. La integración hoy es más débil y depende cada vez más de factores como la vivienda, el empleo o la salud.
Y por otra, el dato de exclusión severa adquiere un carácter, cuanto menos, persistente.
La evolución de las tasas de riesgo de pobreza y de pobreza severa han experimentado una evolución relativamente singular en Navarra, distinta de la evolución que han experimentado los niveles de pobreza en el conjunto del Estado.
Así, la población navarra en situación de riesgo de pobreza ha crecido de forma relativamente clara y constante entre 2019 y 2024, pasando del 7,7% en 2019 al 14,2 % en 2024. En el caso de la pobreza severa se ha triplicado, el porcentaje de población afectada ha pasado en Navarra del 3,1% al 7,9% (hogares con ingresos de 471,5€ mes 1 persona adulta; 990,15€ mes 1 persona adulta y 2 menores).
Si miramos a los datos del informe de Navarra de 2014 los datos siguen siendo preocupantes: hemos casi doblado la tasa de riesgo de pobreza e incrementado notablemente (casi triplicado) el porcentaje de pobreza severa.
Los datos de la economía son buenos, pero no todas las personas se benefician por igual. Lo que se refleja es una fragilidad económica cotidiana que lleva a que un 26% no pueda afrontar gastos imprevistos, el 15% no pueda permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada y el 11% de las familias tengan retrasos en pagos de vivienda.
En cuanto al sistema de Garantía de Ingresos, el Ingreso Mínimo Vital (IMV), 4 años después de su implantación, solo llega al 43% de las personas en pobreza severa en Navarra (por debajo del 50% de España). La brecha no es solo administrativa, es informativa. el 57% de los hogares en pobreza severa no ha recibido información sobre el IMV. Navarra se encuentra entre las comunidades en las que el acceso conjunto al IMV y/o a la Renta Garantizada alcanza a un porcentaje más alto de la población en situación de necesidad económica con una cobertura conjunta de 55% de la población potencialmente demandante.
No fallan las personas, falla el sistema
Cuando el acceso a derechos depende del azar o de la burocracia, se erosiona la confianza y se multiplica la desigualdad. Es necesaria una administración más cercana, ágil y accesible para quien más la necesita.
El mito de la pasividad de las personas en situación de pobreza y exclusión: esa idea de que viven de prestaciones sociales sin buscar soluciones o emprender acciones para su inclusión, es falsa, tal y como lo demuestra el informe. Tres de cada cuatro hogares en exclusión severa activan estrategias de inclusión, Es decir, trabajan o buscan empleo, estudian se forman, activan redes y siguen planes de inclusión, pero chocan con barreras estructurales y se topan con dispositivos fragmentados, con recursos escasos y muy poco personalizados.
Otros factores de riesgo en la sociedad navarra: hacía un modelo de integración precaria.
La vivienda, un derecho cada vez más inalcanzable. La vivienda es el principal factor de exclusión por el aumento de precios, tanto en compra como en alquiler, a ritmo superior que las rentas familiares, dentro de un marco de oferta limitada y negocio inmobiliario.
El 22% de la población navarra afronta problemas de exclusión en la dimensión residencial (frente al 24% en España). Desde 2018, esta cifra ha crecido 5,5 puntos: la vivienda se consolida como el principal factor de exclusión.
Dificultades para acceder:
- Los precios han subido un 36,1% desde 2018, (España 34,6%). Mientras que la renta media de los hogares ha crecido un 29,7%
- El precio medio del alquiler entre 2019-2024 pasa de 12% a un 27,2%. La cuota media en 2024 es de 992€ (cantidad ya desfasada). El 77,9% de los hogares en pobreza severa y el 62,9% en riesgo de pobreza viven de alquiler, lo que convierte el acceso a la vivienda en un factor de riesgo directo de exclusión.
La vivienda se ha convertido en el epicentro de la desigualdad social. Cada punto que sube el alquiler empuja fuera del sistema a miles de familias.
Situaciones de exclusión en la dimensión de la vivienda:
- En Navarra hay 80.000 personas en situación de una vivienda inadecuada y/o insegura. Siendo la tenencia de la vivienda en precario, que ha pasado del 3,2% al 6%, un indicador prevalente en Navarra respecto a España (prevalencia de hacinamiento grave).
- Entre los indicadores de la dimensión de la vivienda, Navarra presenta mayor porcentaje respecto a España en los hogares con personas con movilidad reducida y barreras arquitectónicas 4,9% (3,4).
Aunque, en prevalencia baja, presenta un mayor porcentaje en hogares en infravivienda (0,5% frente a 0,3%). - Navarra presenta una situación más favorable en entorno degradado, hacinamiento grave o en hogares con gastos excesivos (aunque se ha incrementado de un 4% a un 9%).
El empleo no siempre protege, no garantiza la integración social
La ocupación crece un 11%, el paro baja al 8%, situando a Navarra entre las cuatro CCAA con tasa de empleo más elevada. Disminuye la temporalidad hasta el 17% y la parcialidad no deseada (del 7 al 6%).
Navarra crea empleo, tiene tejido laboral estable, tasa de paro baja, pero se da la paradoja de que, aunque haya crecimiento económico o buenos datos de empleo, un crecimiento moderado de los salarios (de 4,7 en términos reales), el precio de la vivienda y la precariedad laboral hacen que trabajar ya no garantice la inclusión social.
El trabajo existe, pero no siempre protege a una parte de la población. La precariedad laboral sigue afectando a un 9% de la población. La inestabilidad laboral grave (más de tres contratos o tres meses de paro en un año) afecta al 3,6% de los hogares, y uno de cada tres hogares tiene algún miembro ocupado, pero con condiciones precarias.
Las políticas de inclusión deben concentrarse en dos frentes: las personas desempleadas y quienes ocupan puestos de baja calidad. Son los grupos donde el desempleo y la mala calidad del empleo actúan con mayor intensidad generando carencias y exclusión, por lo que el esfuerzo público debe priorizarlos. La formación sigue siendo un factor clave en procesos de inclusión.
La erosión de la equidad en el cuidado de la Salud
En 2024 el 15,6% de la población (unas 105.000 personas) presenta problemas de exclusión relacionados con la salud: enfrentan dificultades de salud o acceso al sistema (España el 14,8%):
- Dificultades para el 9,9% de las personas con enfermedades graves o problemas de salud crónicos, deficiencia o discapacidad no han recibido atención médica en el ultimo año para esa enfermedad.
- Dificultades para cobertura de tratamientos odontológicos 14%. Para costear prótesis dentales se ha multiplicado por dos: 8% de la población.
- Dificultades para adquirir gafas o audífonos 11% de la población
- Dificultades para acceder a terapia psicológica el 7% de la población, tres veces más que en 2018.
El acceso a seguros privados se ha duplicado de 2018, pasando de un 4% a un 8%, situándose cerca del 11% estatal. Esto supone un riesgo de generar desigualdades sociales en la salud.
Las relaciones sociales: un factor invisible
La exclusión también se mide en vínculos: donde se tejen vínculos, la exclusión puede convertirse en reversible, donde se rompen, la exclusión se acelera.
- Descienden los problemas en el eje relacional. El 8,3% de la población experimenta exclusión relacional, frente al 11,6% en 2018
- Sin embargo, uno de cada cuatro hogares en exclusión carece de una red de apoyo cercana.
- El 25% de los hogares declara haber sufrido discriminación, de los cuales el 30% de esos se debe al origen o nacionalidad.
La pobreza no solo quita recursos, también rompe redes. Fortalecer los vínculos comunitarios es una forma de prevenir la exclusión. Cáritas destaca la necesidad de reforzar el capital social y comunitario como parte de las políticas públicas. En Cáritas, es parte de nuestra identidad trabajar con la creación de vínculos y espacios de acogida y referencia. Labor transformadora y contracultural en un modelo social individualista.
Los rostros de la exclusión: quiénes son los más afectados
El informe identifica los grupos más afectados:
- Mujeres y familias monoparentales: 29% en exclusión severa.
- Jóvenes y menores: uno de cada tres casos de exclusión severa.
- Personas con origen o nacionalidad extranjera son 3,7 y 4,5 veces más riesgo que la población española, respectivamente.
Infancia y juventud: las generaciones más expuestas a la exclusión
La pobreza se hereda, se transmite de generación en generación en el seno de las mismas familias, grupos sociales y mismos territorios.
La infancia es el rostro más vulnerable de la exclusión social:
- En Navarra, una de cada cuatro familias con menores de edad (25 %) vive en situación de exclusión social, frente al 31 % en el conjunto de España.
- La pobreza infantil en Navarra alcanza al 21 % de los menores, mientras que en España llega al 29%.
- El abandono educativo temprano se mantiene en torno al 9 % en Navarra, frente al 13 % nacional. El riesgo se concentra en los hogares en exclusión.
- Los hogares con dos o más menores presentan una incidencia de la exclusión de un 25%, por encima de hogares formados por adultos 8%.
- Más de la mitad de los jóvenes (52 %) no puede emanciparse por el coste de la vivienda (España: 58 %).
- Entre los jóvenes empleados, uno de cada tres tiene contratos temporales o parciales. La precariedad laboral juvenil se traduce en que el 40 % de los jóvenes trabajadores no alcanzan un salario suficiente para cubrir sus necesidades básicas.
- La salud mental es uno de los ámbitos más preocupantes: el 15 % de los jóvenes navarros declara haber visto empeorar su estado de ánimo, frente al 13 % de la población general.
- Uno de cada tres jóvenes en exclusión (34 %) no participa en ninguna actividad formativa o cultural fuera del ámbito escolar.
La infancia y la juventud en Navarra presentan mejores cifras que la media española, pero siguen siendo los grupos más expuestos a la desigualdad estructural.
Se hacen necesarias políticas que cuiden desde las etapas de gestación y la crianza, fortalezcan la educación y trabajen con los entornos familiares
El informe FOESSA muestra que, pese a la solidez del sistema social navarro, los hogares jóvenes y con menores son los que más dificultades tienen para sostener su bienestar: salarios insuficientes, viviendas inaccesibles y un incremento de los problemas de salud mental dibujan un panorama de precariedad persistente.
Navarra ha logrado reducir las tasas de pobreza infantil y abandono educativo por debajo de la media estatal, pero no ha roto la transmisión intergeneracional de la exclusión.
La conclusión del informe es clara: El futuro de Navarra se juega hoy en la infancia y la juventud. Proteger a los menores y ofrecer oportunidades reales a los jóvenes no es solo una cuestión de justicia, sino la condición necesaria para garantizar la cohesión social del mañana.
Conclusión: Menos exclusión, más vulnerabilidad: Navarra se enfrenta al reto de consolidar una integración social estable
El IX Informe FOESSA Navarra evidencia que la Comunidad Foral avanza en cohesión social, pero a costa de una creciente fragilidad. La exclusión disminuye, pero la precariedad se multiplica.
Las situaciones de pobreza y exclusión social requieren de intervenciones que estén a la altura: prestaciones sociales, sí, pero sobre todo: acompañamiento social e integralidad. La Administración ha de adaptase y ser flexible si quiere responder a las necesidades reales de los/as ciudadanas, especialmente de los pequeños/as. La calidad humana de una sociedad o su valor se mide principalmente por su capacidad de proteger y atender a sus miembros más vulnerables.
Hacen falta políticas integrales e integradoras y que la administración conjugue el verbo coordinar en sus planes de inclusión.
Nadie puede vivir bien si los demás quedan atrás: ¿Puedo entender que he alcanzado mis derechos y libertades plenamente mientras haya personas que no pueden ejercer sus derechos fundamentales? ¿Podemos creer que hemos alcanzado las justas exigencias de la moral de nuestra sociedad
democrática mientras haya personas que no puede cubrir sus necesidades básicas?
La radiografía social más completa de España: Qué es FOESSA y porqué sus informes son un referente en el estudio de la realidad social en España
La Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada) fue creada por Cáritas Española en 1965 con el propósito de analizar la realidad social del país y orientar tanto la acción social como las políticas públicas. A lo largo de seis décadas, sus nueve grandes informes han
marcado hitos en el conocimiento de la sociedad española y en la comprensión de los procesos de exclusión y desarrollo social.
A diferencia de otros estudios o encuestas, FOESSA no se limita a cuantificar la pobreza económica. Su mirada es más amplia y profunda: explora las condiciones de vida desde tres ejes -económico, político y relacional- y a través de 37 indicadores que muestran cómo las personas van quedando al margen de la participación plena en la sociedad. La exclusión, según FOESSA, no es solo falta de ingresos, sino la pérdida de derechos, vínculos y capacidades básicas que impiden llevar una vida digna y formar parte del espacio común.
El IX Informe FOESSA (2025), coordinado por la Fundación y el equipo de estudios de Cáritas Española, constituye la radiografía social más completa realizada en nuestro país. En su elaboración han participado 140 investigadores de 51 universidades, centros de investigación, fundaciones y entidades del Tercer Sector, junto a un Consejo Científico de más de 40 especialistas. El trabajo incluye 22 informes territoriales, entre ellos el de Navarra, desarrollado en colaboración con el SIIS
Centro de Documentación y Estudios.
El informe se apoya en la Encuesta sobre Integración y Necesidades Sociales (EINSFOESSA 2024), la base de datos privada más amplia sobre exclusión en España, con 12.289 hogares encuestados con información sobre 31.000 personas, en Navarra la muestra es 576 encuestas, que han aportado información de 1.469 personas. Esta herramienta, diseñada por FOESSA desde 2007, permite medir la exclusión con una perspectiva multidimensional y analizar su evolución a lo largo del tiempo.
Los resultados arrojados por el IX Informe confirman el carácter estructural y persistente de la exclusión social en España y la incapacidad del crecimiento económico por sí solo para romper los ciclos de pobreza y desigualdad.
En 2024, 9,4 millones de personas (19,3% de la población española) viven en exclusión social, dos millones más que en 2007, y 4,3 millones se encuentran en exclusión severa. Paralelamente, las situaciones de integración plena -hogares sin ningún indicador de exclusión. se han reducido un 9,8%,
alejándose del umbral del 50% de la población.
El informe también revela que no todos los factores de exclusión han evolucionado igual. Mientras algunos indicadores de renta y empleo muestran cierta recuperación, otros, como la vivienda y la salud, se han deteriorado con fuerza. La exclusión residencial se ha convertido en uno de los ámbitos
que más ha empeorado, y el empleo precario en una nueva normalidad: un mercado laboral que crece, pero que ya no garantiza integración.
Además, el sistema de protección social muestra limitaciones para estabilizar las rentas y proteger a los más vulnerables, y la desigualdad se consolida como un fenómeno estructural. Entre los grupos más afectados destacan la juventud, la infancia y los hogares encabezados por mujeres, especialmente
las familias monoparentales. Aunque la integración de la población inmigrante mejora lentamente, sigue siendo insuficiente.
El enfoque de FOESSA demuestra que la exclusión social no puede entenderse solo desde la economía, sino como una red de factores interconectados: empleo, vivienda, salud, educación, participación política, relaciones sociales y sentimiento de pertenencia. Cada uno de los 37 indicadores mide un aspecto de la integración o la exclusión, y su acumulación permite clasificar a la sociedad en cuatro espacios: integración plena, integración precaria, exclusión moderada y exclusión
severa.

