Entre el 01 y el 16 de noviembre, la región se vio afectada por dos fenómenos naturales, los huracanes Eta e Iota, que impactaron en varios países centroamericanos. Desde 1998 con el Mitch, no se vivía una situación similar en precipitaciones, vientos, inundaciones y deslizamientos de tierras.
El 3 de noviembre, el huracán ETA, de categoría 4, entró por el Sur de Puerto Cabezas, en Nicaragua convirtiéndose de inmediato una de las tormentas más feroces que han golpeado América Central en los últimos 20 años.
Para agravar aún más la situación, el huracán Iota, de categoría 5, golpeó el 16 de noviembre, las islas caribeñas de Colombia, San Andrés y Providencia. El 17 de noviembre tocó tierra en la costa noreste de Nicaragua como un huracán de categoría 4, con vientos sostenidos de 250 km/h. Aunque Iota se debilitó a medida que avanzaba hacia el interior, su ola ha causado fuertes lluvias, lo que ha provocado inundaciones y deslizamientos de tierra que amenazan la vida en zonas de Colombia, Honduras, Nicaragua, Guatemala, Belice, El Salvador, Costa Rica y Panamá.
Las necesidades inmediatas son: reparación de viviendas, agua, alimentos, artículos de higiene y material para prevención de COVID.
El agua para consumo se obtenía a través un sistema llamado “agua de techo”, que consiste en la recolección de agua de lluvia en canales y cisternas que ahora han desaparecido. También se contaba con pozos artesanales ahora contaminados por heces de persona y animales, basura y animales muertos.
Los medios de vida, severamente destruidos incluyen, en las comunidades costeras, botes, motores y aparejos de pesca.Los cultivos como plátanos, yuca y frutales fueron arrasados especialmente en la zona de impacto. Igual destino tuvieron sus aves de patio, cerdos y reses. Toda esta condición pondrá en crisis la seguridad alimentaria en toda la zona que recorrió el huracán.
Atendemos a 600 hogares en la zona del Litoral Sur de Puerto Cabezas y la zona alta del departamento de Jinotega y Nueva Segovia, que incluye los municipios de Bocay, Wiwili y Wamblan.
En Guatemala ambos huracanes han dejado gran parte del territorio nacional con inundaciones por encima de 4 metros de altura. La cantidad de lluvia que se esperaban en un mes, cayó en pocas horas de un mismo día, provocando desbordamiento de cauces de ríos, saturación de suelos, destrucción de infraestructura vial y pérdida de vidas humanas por deslizamientos.
Se estima que 1.2 millones de personas han sido afectadas, lo que representa un 7% de la población total que ahora se enfrenta a:
El proyecto beneficiará a 500 hogares de comunidades rurales del Municipio de Chisec (Departamento de Alta Verapaz).
Dala la situación de necesidad inmediata, la medida más viable para una respuesta inicial es la entrega en especie. Esta modalidad pretende evitar que las familias tengan que desplazarse largas distancias donde se pueden hacer efectivas las transferencias económicas o canjeo de cupones (ya que muchos productos solo se encontrarían en las cabeceras municipales), además de considerar el poco o nulo acceso al sistema financiero y la dificultad para el acceso a mercados, por la paralización del transporte público.
La intervención plantea realizar las siguientes entregas:
Honduras tiene una de las tasas de pobreza más altas de América Latina y el Caribe (54,8%), una cifra que la ONU estima que puede llegar hasta el 57,8%.
Desde marzo, Honduras se ha visto muy afectada por la emergencia del COVID-19, superando los 106.000 casos totales y más 2.877 muertes hasta el mes de noviembre de 2020. La pandemia se produce inmediatamente después del peor brote de dengue registrado en su historia.
El impacto de ambos huracanes afecta a más de 3 millones de personas en diferentes departamentos del país.
Las áreas de inundación se extienden en al menos 200 km. cuadrados en el Valle de Sula y constituyen graves amenazas de contaminación física, química y biológica de los recursos hídricos subterráneos de la zona.
Atendemos a 600 de familias del departamento de Colon en los municipios y caseríos de Tocoa, Saba, Sonaguera y Balfate, un total de 2.400 personas son beneficiarias directas.
La ayuda consiste en entrega en especie de alimentos y materiales de primera necesidad. Esta entrega en especie posibilita minimizar las posibilidades de contaminación ya que los kits se recibirán de un solo proveedor. Las cajas al por mayor recibidas con los productos llevarán un proceso de desinfección por parte del equipo técnico del proyecto y voluntarios, quienes también cumplieran con las medidas personales de protección (mascarilla, guantes, bata), de higiene (correcto lavado de manos) y de desinfección.
Kit de alimentos
Kit de higiene y prevención de coronavirus
Kit de rehabilitación de viviendas