El sábado 22 de diciembre un tsunami golpeó las costas de los distritos de Anyer y Lampung provocando numerosas muertes y la devastación de viviendas y comunidades.
El origen fue una erupción volcánica que deslizó una porción de 64 hectáreas del volcán Anak Krakatau hacia el océano.
La erupción llegó con la marea alta, durante la luna llena y en una zona que había recibido gran cantidad de lluvia.
Las autoridades indonesias cifran en 437 personas el número de fallecidos, 1.459 heridos, 10 desaparecidas en el momento y 40.000 desplazados.
El nivel de alerta por el volcán se mantiene en su segundo nivel más alto: nivel 3. Los temblores y las erupciones de ceniza, roca y gases continúan.
El Anak Krakatau se alzaba en una isla del estrecho de Sonda, entre las islas de Java y Sumatra, a 340 metros sobre el nivel del mar pero tras la catástrofe su altura ha quedado reducida a 110 metros.
La agencia para desastres en Indonesia estima que la isla ha perdido alrededor de un tercio de su anterior volumen o entre 150 y 170 millones de metros cúbicos de tierra.
Las autoridades indonesias han establecido un área de exclusión alrededor del volcán de un radio de cinco kilómetros y han pedido a los habitantes a ambos lados del estrecho de Sonda que mantengan una distancia de mar de entre medio y un kilómetro, como medida preventiva por si ocurre otro tsunami.
Más de la mitad de la población ha sido evacuada en las islas Sebesi y Sebuku cerca de Anak Krakatau en el estrecho de Sunda. El distrito de Pandeglang, situado en la provincia javanesa de Banten, es el más afectado, con 296 muertos y 24. 700 desplazados. El gobierno prevé la relocalización de 1.800 viviendas.
En el distrito de Lampung, en Sumatra,se han registrado 118 víctimas mortales.
En total, más de 40.000 personas están viviendo en campos de desplazados.
Las operaciones de rescate y asistencia a las víctimas se han mantenido hasta el 9 de enero.
Las necesidades inmediatas son comida, utensilios de cocina, material escolar y servicios sanitarios. Las autoridades gubernamentales están trabajando sin descanso para limpiar los escombros y reabrir las vías de comunicación.
El viernes 28 de septiembre 4 terremotos en la isla de Célebes afectaron a las poblaciones de Palu y Dongala. Uno de ellos alcanzó los 7,4 en la escala Richter y provocó un potente tsunami y cientos de réplicas en los siguientes días. Al menos 2.101 personas han fallecido, 1.075 desaparecidas, 4.438 heridas graves y más de 211.000 desplazadas.
Además del desplazamiento causado por la devastación del tsunami, el terremoto causó grandes daños estructurales, desplazando familias a refugios dañados e inseguros. Actualmente comienza la temporada de lluvias y con ello aumenta el riesgo de deslizamientos de tierra, inundaciones y enfermedades por contaminación del agua.
La ciudad de Palu ha sido la más afectada, de la cifra de muertos, al menos 1.700 se registraron allí. Los servicios de electricidad, agua y estaciones de gas se han ido recuperando poco a poco. Hoy miles de personas carecen de alimentos y agua debido a la limitación de recursos y falta de acceso. El desastre ha provocado 173,552 desplazamientos internos.
Las operaciones de rescate se detuvieron el 12 de octubre, según la Agencia Nacional de Gestión de Desastres de Indonesia (BNPB) 1.373 personas continúan desaparecidas.
Hasta el momento, las necesidades inmediatas son:
Además, las comunidades afectadas necesitan contar con:
La respuesta de emergencia y recuperación temprana se ejecutará en tres distritos de la provincia de Sulawesi Central, Indonesia, todos ellos situados dentro de la diócesis de Manado. La respuesta en coordinación con los demás actores humanitarios se centrará en proporcionar ayuda esencial a las familias a través de alimentos, utensilios y refugio, pero también aportará para reestablecer los medios de vida mediante una estrategia de transferencia de efectivo. Finalmente se trabajará el plano de apoyo psico-social con una especial atención a aspectos culturales y de género.
En la respuesta apoyará a más de 2.000 familias con distintas acciones:
Desde principios de octubre Cáritas Indonesia está repartiendo material de primera necesidad y alimentos a través de las parroquias. Se ha llevado a cabo un detallado análisis de necesidades y daños en 107 comunidades y 101 campos de desplazados.
Dado que la situación en los campos de desplazados es muy precaria por la masificación y la falta de privacidad, se va a actuar en ellos para evitar que los grupos vulnerables (mujeres, niños y personas mayores) sufran más por la falta de medios.
El llamamiento de emergencia de Cáritas Indonesia va a sistematizar y aumentar toda esta distribución de ayuda e introducir la entrega de efectivo, que tiene la ventaja de ser muy flexible para adaptarse a las necesidades específicas de cada familia.
Contribuye a la entrega de alimentos.
Apoya el reparto de kits de higiene y emergencia.
Ayuda a la población a recuperar los medios de vida.