Voluntarios de Cáritas: amor y entrega a los demás
Esperanza y Antonia, voluntarias de las Cáritas Diocesanas de Madrid y Ciudad Real, nos hablan de su voluntariado y compromiso con los más vulnerables.
En el Día Internacional de los voluntarios, que se celebra el 5 de diciembre, queremos reconocer su compromiso con Cáritas, y sobre todo, con las personas a las que acompañamos. Ellos son nuestra mayor fortaleza. Sin su contribución, su servicio, su escucha, su acompañamiento, su deseo de justicia y su voluntad de transformar la sociedad, nuestra institución no sería posible.
Por eso, en este Día queremos dar voz a esta pequeña gran comunidad a través de las palabras de dos voluntarias de nuestra Confederación: Esperanza Salomón Gaitán y Antonia Martín Ruiz, de las Cáritas Diocesanas de Madrid y Ciudad Real, respectivamente.
Esperanza Salomón: Mi reflejo en las pupilas de otros
El camino recorrido hasta llegar aquí ha sido duro. La vida es una suerte de dificultades salpimentadas con pequeñas dosis de felicidad. Siempre muy responsable y absolutamente implicada, he tenido una especie de desazón como cuando falta una pieza en el puzle.
En la actualidad disfruto del humilde trabajo que realizo en el Centro de la Mujer Concepción Jerónima (Madrid), que acoge a mujeres desfavorecidas o en riesgo de exclusión. Es mi muy pequeña mi contribución y muy grande la satisfacción que recibo. En un principio tuve miedo de no poder afrontar todos los problemas que sufren estas personas o de que me pudieran afectar psicológicamente.
Es el amor fundamentalmente lo que me mueve a darme a los demás, ofreciéndome la oportunidad de ser testigo directo de la realidad social actual. Comparto mi tiempo, mis experiencias y mis conocimientos, escucho, acompaño y trato de empatizar, comprender sin juzgar. Es una labor de aprendizaje y enriquecimiento personal incalculable.
Antonia Martín: Hacer comunidad con los últimos
Tengo 62 años y soy de San Benito, un pueblo muy pequeño de una de las zonas rurales de la provincia de Ciudad Real. Soy voluntaria de Cáritas porque vengo de una familia cristiana donde, desde muy pequeña, tuve la gran suerte de vivir, gracias a mi abuela, la experiencia y el despertar de lo que era la bondad, la generosidad, el compartir y repartir con los pobres, lo que tenía y lo que era. Y de todo ello, mi abuela me hacía participe a mí.
Desde esa experiencia y con el paso del tiempo, comprendí, que desde ese momento, ya comencé a ser voluntaria de Cáritas, aunque oficialmente lo fuera más tarde.
Para mí, Jesús fue el primer voluntario de Cáritas “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido, para anunciar el evangelio a los pobres” Lc, 4, 18.
Mi seguimiento de Jesucristo va unido a mi voluntariado, no puede ir en paralelo. Ser voluntaria, me implica vivir en coherencia con los valores evangélicos.
Ser voluntaria de Cáritas es una forma de vivir y de actuar, que me llevado a lo largo de los años a crecer como persona. Como voluntaria, siempre he tenido claro que tengo una misión: la de brindar, llevar, ofrecer MISERICORDIA a aquel que lo necesita.
Ser voluntaria, para mí, es como vivir en un constante tiempo de Adviento. Tiempo de conversión, tiempo de trasformación integral, tiempo de esperanza. Me ha servido, para quitar muchas malezas de mi vida. He aprendido a ver la presencia de Dios, en aquellos que no son igual a mí: en el pobre, desvalido, sin recursos, de otras religiones y de otras ideas políticas, sociales y culturales distintas a la mías.
Pero si de algo estoy segura, desde que soy voluntaria; es que la generosidad debe ser una de las actitudes imprescindibles en nuestro voluntariado.
Yo de verdad pienso que Dios ha sido muy generoso conmigo. Entonces creo, que tengo que ser generosa con mis hermanos. “Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente”. Pero no me refiero solo a las cosas materiales; un voluntario tiene que ser generoso con su tiempo y estar disponible para los demás.
La generosidad es sinónimo de caridad. He comprendido a lo largo de mi voluntariado, que la generosidad es una virtud que suma: felicidad, paz interior, ilusión, la alegría de compartir con el otro, la generosidad de ponerme en el lugar del otro (el igual a mí), el amor, el compromiso, la fe, la humildad, la tolerancia, el respeto.
Para mí ser voluntaria significa hacer más comunidad fraterna, solidaria y con los últimos.
Foto: Cáritas Segovia