Durante unos días he participado en el Campo de Trabajo «Verano con Sentido», que se ha celebrado del 15 al 19 de julio.

Convivir durante cinco días con voluntarios, trabajadores y personas que han vivido en situación de calle o que aún lo están, fue una experiencia realmente conmovedora y enriquecedora. Durante ese tiempo, pude sentir de cerca las historias de vida, los desafíos diarios y la increíble fortaleza de cada persona. La solidaridad, el compañerismo y la empatía que se vivieron en esos días dejaron una huella imborrable en mi corazón.

Juntos

Fue inspirador ver cómo juntos, voluntarios y personas sin hogar, compartíamos momentos, risas, lágrimas y esperanzas. Cada sonrisa, cada gesto de apoyo y cada palabra de aliento demostraron que, a pesar de las circunstancias difíciles, siempre hay luz y calor humano que nos une.

Estos cinco días me recordaron la importancia de la inclusión, la compasión y la solidaridad en nuestra sociedad. Me llevaré conmigo el recuerdo de esas miradas llenas de gratitud, de esos abrazos sinceros y de la certeza de que juntos podemos construir un mundo más justo y humano para todos.

Tengo muchos sentimientos encontrados, pero sobre todo estoy feliz ya que me llevo personas a mi vida que, sin importar la historia de cada una o de dónde vengan o dónde quieran llegar, me las llevo para siempre. Verdaderamente a cada una de esas personas me las quedo como familia y no solo como grupo; me quedo con esa conexión que hemos podido compartir o esas risas, pero especialmente me quedo con todas las experiencias tan bellas que, gracias a cada una de las personas que conocí, me llenan el alma y me ayudan a mejorar día tras día.