Cooperación internacional18/05/2023

Sueños ahogados en el Congo

María José Nieto, de Cáritas Española, recuerda a las personas con las que trabajamos en la República Democrática del Congo y que han perdido sus casas, sus tierras y sus vidas a causa de las inundaciones.

“¿Nos tomamos un café?”. ¡Cuantas intenciones puede encerrar una pregunta tan sencilla!

Hoy era mi compañero –y amigo– del Área de Cooperación Internacional de Cáritas Española quien me hacia esa pregunta, y entendí que quería contarme algo que en la oficina no le iba a resultar fácil.

Cáritas en RD del Congo

Hace ya casi dos años que trabaja como referente para los proyectos que apoyamos en Africa y medio año para los proyectos en el este de la República Democrática del Congo, un rincón de África machacado por años de guerras interminables, con poblaciones que escapan continuamente de ambientes hostiles y se desplazan buscando algo de paz.

Por eso, nuestros proyectos tienen un componente de construcción de paz. Desde hace unos años trabajamos para favorecer la convivencia entre las poblaciones de acogida y las desplazadas, impulsando oportunidades de generación de ingresos que animen a las primeras a acoger, y que permitan a las segundas sentirse acogidas. Para estos trabajos se forma a personal local como referentes, jefes de antena, activistas, etc. Cada una de estas personas juega un papel importante en los proyectos, y se organizan a las familias en grupos de trabajo. Estos años nos han mostrado que se van consiguiendo cambios y mejoras que hace años solo eran un sueño y hoy empezaban a ser realidad.

El agua destruyó todo

Pero en Nyamukubi y en Bushushu, los ríos se han desbordado con las lluvias torrenciales caídas hace un par de semanas, y han ahogado los sueños y todo el trabajo conseguido en este tiempo con muchísimo esfuerzo.

Siempre encoge el alma leer cómo las inundaciones se llevan por delante vidas humanas, medios de vida y hogares, pero cuando, para nosotros, tienen nombres y apellidos, rostros…, no es fácil verbalizar asépticamente esta catástrofe. Sabemos que “Samir, Alberto…” no volverán a enviarnos sus informes de las actividades que, semana a semana, trabajaban por el desarrollo rural con las poblaciones desplazadas y con las de acogida; que algunos líderes de estos grupos han fallecido junto a sus familias, y que “el señor XXX” no podrá devolver el crédito porque el río se llevó sus medios de vida, inundó sus tierras y se llevó las vidas de parte de su familia.

Llorar con África

Es difícil explicar cómo ponemos mucho más que letras y números en nuestros proyectos de cooperación internacional; pero la verdad es que ponemos sentimientos y modos de vida, porque creemos que es posible mejorar las vidas de muchas familias en lugares remotos, y estamos convencidos de que el tiempo, la perseverancia, la paciencia y los fondos económicos, pero, sobre todo, un equipo humano que pisa el terreno, pueden hacer posible estos sueños. Hoy somos menos, y eso nos hace estar tristes y sentir la impotencia de la distancia para poder llorar con ellos, con los que se han quedado frente a un escenario desolador, escalofriante e inimaginable en nuestro “primer mundo”.