Respetar la comida tradicional
A la hora de ofrecer ayuda alimentaria a quien lo necesita, es muy importante respetar las tradiciones de todas las personas…; también en la comida.
Ayer mi madre me envió un vídeo, de esos que circulan por internet -la mayoría falsos-, denunciando los kilos de comida que algunas personas abandonan en los contenedores de basura, después de haberlos recibido.
Mi madre es una señora que pasa de los 70 años y nació en un pueblo de la meseta castellana.
De pasada, me comentó que ella había encontrado seis tarros de alubias y otros tantos de menestra en el contenedor cerca de su casa. Y que no sabía qué hacer al respecto.
Dignificar la ayuda alimentaria
Yo recordé una vivencia que me impactó del retiro de Cáritas sobre el duelo migratorio.
Cuando hicimos un trabajo con migrantes y españoles para ver lo que cada uno aportaba al otro y en qué podíamos mejorar nuestro trato, algunos migrantes nos pidieron mejorar la forma de entregar las ayudas.
“En nuestro país es costumbre comer arroz con todo, desayuno, comida y cena –nos explicó una persona migrante–. A algunas personas les parece mal que gaste tanto en arroz, huevos y plátanos, y me dicen que compre alubias y lentejas, que haga fabada y pote, que compre carne, pero de pollo, que es más barata…”.
“Bueno, se tendrán que adaptar, es lo lógico”, respondió mi madre cuando le conté la historia.
Claro, mamá, todo ser vivo está en proceso de adaptación al entorno. Pero acuérdate de que, cuando tú eras pequeña, lo habitual era desayunar sopas de ajo. La leche era considerada un alimento de niños y enfermos. Ha cambiado tu forma de comer de forma progresiva. ¿Qué te parecería que ahora te obligaran a desayunar arroz con fríjoles y tortilla de maíz todos los días?
La comida y la cultura
La comida es mucho más que nutrir el cuerpo. La comida tiene que ver con la cultura, con nuestra esencia como personas, y los olores y sabores evocan recuerdos y contienen emociones.
“No os podéis imaginar lo que significa para mí comer un patacón de plátano frito cuando me siento tan vulnerable y lejos de mi hogar y mi familia”, comentaba entre sollozos una chica durante el encuentro. “Tenéis que entender que necesito incluir los plátanos en la cesta de la compra, aunque las manzanas estén más baratas”, añadió la joven.
Escuchar al otro
Todos, también en Cáritas, hacemos las cosas lo mejor que sabemos y podemos en cada momento, pero quizá es necesario pararnos a escuchar al otro y adaptar nuestra forma de ayudar.
“Habría que buscar la forma de darles lo que realmente necesitan y no lo que nosotras pensamos que deben comer. Es necesario que puedan elegir”, claudicó mi madre.
Pues eso, que es necesario trabajar más por la fraternidad universal en todos los aspectos, también en la alimentación, pues el planeta es uno y la vida no conoce de fronteras.