Acción social23/02/2021

La psicología, una pieza clave en la intervención de Cáritas

El 24 de febrero celebramos el Día de la Psicología.

El 24 de febrero celebramos el Día de la Psicología, no solo como el día de una disciplina sino, fundamentalmente, como un compartir el sentido y la opción que la psicología de la intervención tiene en Cáritas. Y como las disciplinas no tienen presencia sin personas, también podríamos celebrar las opciones y motivaciones personales de compañeras y compañeros psicólogos que nos acompañan a participantes, a equipos de voluntarios y a profesionales cuando la centralidad de lo humano reclama dignidad y esperanza en cualquier situación.

Acompañamos la salud mental

Hablar de psicología también significa hablar de la capacidad de sentirnos interpelados por contextos sociales, mentales y emocionales, de sufrimiento tantas veces heredado y evitable. Desde este punto de vista, la psicología y los equipos profesionales, junto a la complementariedad de enfoques terapéuticos, nos situamos en una opción en la que no solo acompañamos la salud mental y emocional, sino que lo hacemos sin separarlo del acceso a los derechos que garantizan este bienestar, algo fundamental en nuestra acción.

La psicología en contextos de exclusión

La psicología, inserta en los contextos de exclusión social, busca la capacidad, el empoderamiento, la alteridad, y se compromete, no decide, acompañando mundos personales desde esa visión concreta de sociedad en la que es posible que las vidas dignas puedan ser vividas y en comunidad. Es nuestro soporte para la inclusión. La psicología también nos va a permitir anticiparnos, prevenir, llegar antes, y en su despliegue preventivo, como en el inclusivo, es donde adquiere sentido el diálogo interdisciplinar, la suma de saberes y aportaciones. Es nuestra opción y es lo que lentamente vamos incorporando como un ingrediente valioso en nuestra intervención.

Desde un enfoque bio-psico-social, apostamos por un abordaje integral que garantice lo que la OMS define como buena salud mental: “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.

Se trata de romper el círculo en el que las relaciones entre exclusión y salud mental y emocional se retroalimentan mutuamente: la exclusión social aumenta los riesgos de experimentar trastornos psicológicos a la vez que los trastornos aumentan el riesgo de exclusión. De nuevo la necesidad de acompañar lo individual (la subjetividad), lo grupal (la intersubjetividad) y lo comunitario, ese espacio amplio y esencial en el que la persona pueda ser, pueda desplegar su capacidad de decidir de manera autónoma y pueda estar, participar, como define la OMS: mediante una contribución a su comunidad.

Salud física y mental en tiempos de COVID-19

En estos tiempos de pandemia, estrés, aislamiento, incertidumbre y emergencia de antiguas y nuevas situaciones de vulnerabilidad y exclusión social, es fundamental nuestro acompañamiento a la salud mental y emocional. En esa conjunción bio-psico-social, cada vez hay más evidencias de que el equilibrio psíquico está, también, relacionado con el propio sistema inmunológico y el sistema nervioso generando un círculo virtuoso que refuerza nuestro bienestar físico algo que es fundamental para sentirnos capaces. Nuestra biología, nuestra corporeidad, que tiene una extraordinaria autonomía en su funcionamiento, no está desligada de nuestro mundo emocional y social.

Foto: Dimitri Conejo Sanz