Cooperación internacional02/03/2021

Las mujeres indígenas, motor de transformación en Guatemala

Cáritas Española apoya un proyecto de Derecho a la Alimentación liderado por mujeres.

Desde 2018, Caritas Española apoya a Carita de Guatemala en la implementación de un proyecto de mejora del acceso al Derecho a la Alimentación a 200 familias de comunidades indígenas del departamento de Quiché con altos índices de desnutrición infantil.

Mujeres y niñas, grupos de riesgo

La inseguridad alimentaria y nutricional en esta zona del corredor seco de Guatemala es muy elevada, y las mujeres y niñas representan uno de los grupos de mayor riesgo, teniendo en cuenta los impactos específicos de género que conlleva la inseguridad alimentaria en ellas.  

Las mujeres cuentan con un acceso muy limitado a recursos productivos y a crédito, además de enfrentar de manera desproporcionada la carga del trabajo doméstico no remunerado y de los cuidados en sus hogares. Muchas de las mujeres participantes en el proyecto son jefas de familia con menores de cinco años a su cargo. La irrupción de la pandemia por COVID-19 ha limitado aún más sus oportunidades económicas, su participación en espacios públicos y las he expuesto a mayores riesgos de violencia de género y desprotección.

Reducir la desnutrición infantil

El objetivo del proyecto es contribuir a reducir la alta prevalencia de desnutrición infantil. Por un lado, se pretende fortalecer la capacidad productiva de las mujeres, promoviendo el acceso y control de recursos productivos y financieros, para contribuir en la seguridad alimentaria y nutricional de los hogares. Para ello, se han capacitado a promotoras agrícolas comunitarias, se han creado parcelas demostrativas, huertos familiares y unidades pecuarias, y se dado formación en técnicas agroecológicas, de etnoveterinaria y de gestión de pequeños emprendimientos, entre otras.

Por otro lado, el proyecto busca garantizar el derecho a la salud materno-infantil mediante la promoción de acciones de prevención y vigilancia nutricional, en coordinación con los servicios de salud, con quienes se está llevando a cabo acciones de control prenatal, suplementación durante el embarazo, vacunación de la niñez y monitoreo de peso y talla. Con la finalidad de mejorar la calidad de la atención que reciben las mujeres y recién nacidos.

El proyecto promueve también el fortalecimiento del liderazgo, la autonomía y la participación efectiva de las mujeres en la toma de decisiones en sus hogares y en las comunidades. Para ello, se están realizando acciones para influenciar en la división tradicional de los roles de género, promoviendo la corresponsabilidad y la toma de decisiones conjuntas en los hogares, e impulsando la participación activa de las mujeres en las comisiones comunitarias.

La mujer como líder comunitaria

El proyecto ha contribuido a impulsar la capacidad organizativa de las mujeres y a generar sus propias estrategias de seguridad alimentaria y nutricional a nivel familiar y comunitario. Mediante Escuelas de Campo (ECASAN) que ellas mismas lideran, se han llevado a cabo capacitaciones que han ayudado a enriquecer sus conocimientos agrícolas, de salud preventiva y nutricional y de emprendimiento, entre otras temáticas, y se ha apoyado a la creación de pequeñas iniciativas grupales de generación de ingresos.

Estas iniciativas han impactado también en una mejora de su autoestima, se ha despertado una capacidad mayor de iniciativa personal y grupal, y se ha mejorado su capacidad de interlocución a nivel familiar, social y comunitario.

Las mujeres miembros de las juntas directivas de las ECASAN y las promotoras comunitarias han sido esenciales durante los meses más duros de la pandemia, encargándose de diagnosticar las necesidades del grupo, y de dinamizar algunas actividades prioritarias del proyecto para dar asistencia a otras mujeres, mientras el personal técnico de Cáritas no podía acceder a las comunidades.

Retos del proyecto

Uno de los principales retos es crear sostenibilidad en las iniciativas productivas y económicas de las mujeres, principalmente ante el impacto de la pandemia COVID-19, que les permita mantener y fortalecer sus medios de vida, y que repercuta en el bienestar de su familia, en especial de la primera infancia. Para ello, además de seguir fortaleciendo las capacidades, el empoderamiento y el liderazgo de las mujeres, otro desafío es seguir sensibilizando y promoviendo la implicación de los hombres en las tareas productivas y de cuidados, con el fin de equilibrar las responsabilidades y las cargas familiares. Además, una mayor participación de los hombres conlleva también incrementos de productividad y generación de ingresos en las familias.

Un gran reto, por tanto, es promover un cambio progresivo de las relaciones y roles de género en los hogares y las comunidades, para reducir las desigualdades existentes. Para esto, el proyecto prevé también formación y sensibilización en derechos de las mujeres a las participantes, para que ellas mismas incidan en la reducción de las desigualdades.

Las promotoras comunitarias y miembros de las Juntas Directivas de las ECASAN son mujeres participantes del proyecto y elegidas por la propia comunidad como lideresas y aliadas del proyecto, que han sido capacitadas en habilidades de facilitación y dinamización, consejería y en el cambio de comportamientos, para ser un apoyo directo a las familias, asegurando así la adecuación cultural de la intervención y garantizando el seguimiento y sostenibilidad. Se ha acompañado también en el proceso de su reconocimiento ante la municipalidad y otras instituciones locales. Su protagonismo es imprescindible para el éxito del proyecto.