La centralidad del pobre para la vida cristiana
Luis Miguel Rojo Septién, delegado episcopal de Cáritas, nos invita a participar en la Jornada Mundial de los Pobres
El domingo celebramos la Jornada Mundial de los Pobres ante el riesgo de verse reducida a una más entre las numerosas campañas y jornadas que ocupan nuestro calendario. Desde su institución en el año 2016, el papa Francisco quiere hacernos caer en la cuenta de la centralidad del pobre para la vida cristiana, y este año lo hace con el lema: “La oración del pobre sube hasta Dios” (Si 21,5).
La invitación para “hacer nuestra la oración de los pobres” requiere un encuentro real con ellos, que sea fruto de un diálogo sincero, capaz de generar una amistad que logre unir corazones. Solo desde el corazón frágil y vulnerable es donde nos unimos al dolor de la enfermedad, al vacío de la pérdida o a la injusticia que violenta, y es capaz de transformarse en oración agradable a Dios (cf. Si 35,16-18).
Una oración que brota del corazón
La oración que brota del corazón tiene la capacidad de recomponer todos los fragmentos de nuestra humanidad herida para abrirlos a la plenitud de la existencia. Porque en la oración del corazón descubrimos la amistad con Dios que “nos constituye como personas en el sentido pleno de la palabra” (Dilexit nos, 25). De este modo, la oración a la que nos invita la Jornada tiene una doble dimensión, por un lado, comprometernos en un encuentro activo con el pobre y, por otro lado, abrirnos al Dios de la Esperanza.
Detalles de amor
En Cáritas conocemos bien la importancia de la oración en nuestros procesos, sabemos que no existe promoción integral de la persona si no está abierta a la transcendencia. Os invito en estos días a reforzar esta parte de nuestros acompañamientos, quizás, con una oración o, como nos invita el papa Francisco, a través “pequeños detalles de amor”, por ejemplo, “una sonrisa, una caricia, una palabra de consuelo”, que sean expresión de un corazón que ora a Dios.