Cooperación internacional01/02/2024

Europa, ¿el destino anhelado?

Los jóvenes africanos ponen en riesgo su vida buscando el “sueño europeo”.

Miré a mi izquierda, y solo vi gente ahogada. Mire a mi derecha y todo el mundo había muerto. Un chico me sacó del agua y me metió en el bote. Había 120 pasajeros a bordo antes de que el cayuco volcase; solo quedamos siete. Llamaron al equipo de rescate y vinieron a por nosotros. ¿Por qué lo hicimos? No teníamos otra opción. O consigues llegar al país de tus sueños, o nada. No podíamos regresar. Es el destino; teníamos que hacerlo”. Para Aarya (nombre ficticio), como para tantos africanos, llegar a Europa es su “destino”; un sueño para ella y para su familia, que espera salir de la pobreza gracias al dinero que envíe desde el Viejo Continente.

Luego, la realidad del viaje y del país de destino es muy diferente. Pero esa es otra historia que, a menudo, no llega a la pequeña aldea de la que salió Aarya. Las noticias que suelen venir de Europa son los “éxitos” de los jóvenes que decidieron dejar su hogar para buscar un futuro mejor. Por eso, para ella es más importante no defraudar a su familia y a su comunidad, que los peligros de una travesía de 1.500 kilómetros en el Atlántico desde Senegal hasta las Islas Canarias.

2024 fue el año en el que más migrantes llegaron a las islas –cerca de 40.000 personas–, y parece que 2024 va a seguir por la misma senda.  Solo en los primeros 15 días del año llegaron más de 3.000 personas desde África.

¿Por qué jugarse la vida?

La atlántica es una ruta muy peligrosa, en la que el pasado año fallecieron 6.000 personas. Sin embargo, la gente sigue poniendo su vida en riesgo para venir a Europa, y hay un buen número de causas que lo explican: la carencia de vías legales y seguras para ingresar y residir legalmente en el Viejo Continente, la ola de inestabilidad política y social que arrasa África, la pobreza y la falta de un futuro para los jóvenes…

El factor humano

“Otra causa de la migración hacia Europa, para mí la más importante, es el factor humano –explica Jesua Piñar, responsable de Movilidad Humana para África de Cáritas Española–. No podemos olvidar la dignidad y la expectativa de progresar que tiene cada persona. Esa percepción de ser dueño de tu propia vida es un anhelo humano que ninguna barrera física ni administrativa puede frenar”.

La falta de oportunidades en los países de origen, y la presión comunitaria y familiar que reciben estos jóvenes para irse fuera es continua, y muchas familias se endeudan para cumplir el sueño de una vida diferente. “Por duro que sea su tiempo en Europa, ninguna persona que migra se perdona regresar con las manos vacías. La falta de información de lo que se van a encontrar en Europa y las escasas vías legales les convierten en prisioneros, y el miedo a la vergüenza del fracaso les atrapa”.

Cristian Seguel. Cathopic