Cooperación internacional04/05/2023

El tifón Freddy se mantiene activo más de 32 días en Mozambique

Cáritas trabaja proporcionando ayuda humanitaria inmediata a las víctimas de este desastre, pero también para reducir las causas profundas de esta vulnerabilidad y mejorar los sistemas de prevención y respuesta ante los desastres.

Este año hemos batido un nuevo récord climático: un tifón que se mantiene activo durante 32 días en Mozambique. En este tiempo acumuló tanta energía como toda la temporada de huracanes en el Atrlántico Norte, según la Organización Metereológica Mundial (OMM). En su periplo, el tifón Freddy ha dejado un reguero de destrucción en tres países, donde la población más pobre, muy dependiente de la agricultura pagó un altísimo precio.

Estos hechos son sumamente dramáticos y nos deben hacer reflexionar como sociedad: ¿qué alternativas tienen las personas que viven en zonas donde los ciclones son peores a cada año que pasa?. Nuestra respuesta como comunidad cristiana es inequívoca, y pasa por el apoyo y el trabajo junto a todas las víctimas. El problema es que se trata de eventos recurrentes y crecientes en intensidad, para lo cual existe un debate académico sobre lo que ha venido en llamarse adaptación profunda.

Este concepto consiste en la adaptación que hacemos como sociedad al considerar que los efectos del cambio climático son ya ciertos y crecientes en intensidad. El profesor Jem Bendell diferencia cuatro elementos:

  • Resiliencia: podemos concebir la resiliencia de las sociedades humanas como la capacidad de adaptarse a las circunstancias cambiantes para sobrevivir con normas y comportamientos valiosos.
  • Renuncia: Implica que las personas y las comunidades abandonen ciertos activos, comportamientos y creencias que sería peor retener.
  • Restauración. Implica que las personas y las comunidades redescubran las actitudes y los planteamientos de la vida y de la organización que fueron erosionados por nuestra civilización alimentada por hidrocarburos.
  • Reconciliación. Que es un reconocimiento de cómo no sabemos si nuestros esfuerzos cambiarán algo, mientras sabemos también que nuestra situación será cada vez más estresante y perturbadora, antes del último destino para todos nosotros.

Como vemos, existe una dimensión fuertemente espiritual en este planteamiento, que es algo que frecuentemente se deja de lado al hablar de desastres naturales. Estamos hablando de miles de familias, de personas cuyo proyecto vital ha quedado probablemente destruido, pero para el norte global son meramente cifras.

Para Caritas Mozambicana, Malawi o Madagascar, estas personas tienen rostro, y son un testimonio más de cómo las personas más empobrecidas con un estilo de vida más sostenible, pagan los precios más altos de los desastres climáticos. Es entonces urgente, que llevemos a cabo lo que el Papa Francisco llamó conversión ecológica:

Si «los desiertos exteriores se multiplican en el mundo porque se han extendido los desiertos interiores», la crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior. Pero también tenemos que reconocer que algunos cristianos comprometidos y orantes, bajo una excusa de realismo y pragmatismo, suelen burlarse de las preocupaciones por el medio ambiente. Otros son pasivos, no se deciden a cambiar sus hábitos y se vuelven incoherentes. Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea.

El tifón Freddy se gestó en la cuenca ciclónica de la región Australiana (4 de febrero), cruzó todo el Pacífico ganando fuerza y tocó tierra por primera vez cerca de Mananjary, Madagascar (22 de febrero). La tormenta se debilitó rápidamente por tierra pero volvió a fortalecerse en el Canal de Mozambique. Poco después, Freddy tocó tierra por segunda vez justo al sur de Vilankulos, Mozambique, antes de debilitarse rápidamente. De ahí llegaron lluvias a Zambia y Zimbabue, pero en lugar de desfallecer, hizo un giro y volvió al canal, tocó el suroeste de Madagascar y subió hacia arriba hasta entrar de nuevo por Mozambique hasta Malawi. Poco después, Freddy fue reclasificado como ciclón tropical por el MFR. En el transcurso de 10 días, Freddy se intensificó rápidamente en dos ocasiones, y finalmente se desaceleró hasta convertirse en un movimiento semiestacionario cerca de Quelimane, Mozambique. Avanzando hacia el noroeste hacia el interior, la tormenta se deterioró gradualmente y se notó por última vez el 14 de marzo.

Mozambiqee ha recibido más de un año de lluvia en el último mes, y Madagascar recibió tres veces el promedio mensual en el espacio de una semana. Hay importantes impactos socioeconómicos y humanitarios, pero las alertas tempranas precisas de los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales, y la gestión coordinada de desastres sobre el terreno, han favorecido un número limitado de víctimas: 314 en Mozambique, y 676 en Malawi. Sin embargo 2,5 millones de personas han sido afectadas en ambos países, y 716.000 están en centros de evacuación (la mayoría en Malawi).

El Ciclón Freddy ha sido más destructor en comparación con otros en años anteriores al ocurrir al final de los tres meses de lluvia. En esta ocasión, 132.000 casas destruidas, 390.000 hectáreas de tierra y 5500 Km de carreteras afectados en Mozambique. Estos efectos recaen sobre una población sumamente empobrecida, donde 3,15 millones de personas se encuentran en una situación de inseguridad alimentaria severa (Mozambique). La destrucción material en Malawi no se ha determinado con precisión, pero se estima incluso mayor.

Más allá de las muertes y el desplazamiento por el corrimiento de tierras, Freddy está empeorando el brote de cólera que continúa propagándose geográficamente. Hasta el 19 de abril, se habían notificado 27.353 casos en 53 distritos de nueve provincias. La campaña de vacunación contra el cólera concluyó llegando a 1,2 millones de personas. Solo un tercio de los suministros de salud y agua, saneamiento e higiene necesarios están disponibles actualmente.

Malawi está siendo el peor parado de un brote que dura ya más de un año desde el 3 de marzo de 2022. En diciembre, el gobierno lo declaró emergencia nacional y a día de hoy sigue sin control y cuenta ya con casi 37.000 casos y 1.660 muertes.

Estos hechos deberían empujarnos a una reflexión sobre el cuidado de la casa común, y un sentido de responsabilidad inmediata con todas las víctimas de este desastre. En los años por venir este tipo de eventos serán probablemente cada vez más frecuentes, y deberíamos prepararnos mejor para afrontar estas situaciones de forma conjunta y solidaria. Caritas Mozambique, Malawi y Madagascar han hecho un llamamiento internacional a la solidaridad con las víctimas del tifón Freddy, pero existe una vulnerabilidad a nivel social y político que expone a las personas más pobres y que es profundamente injusta.

Cáritas trabaja proporcionando ayuda humanitaria inmediata a las víctimas de este desastre, pero también para reducir las causas profundas de esta vulnerabilidad y mejorar los sistemas de prevención y respuesta ante los desastres.

Fuentes:

Adaptación profunda: Un Mapa para navegar por la tragedia climática IFLAS Occasional Paper 2 www.iflas.info Profesor Jem Bendell BA (Hons) PhD (2020)

One month after the passage of cyclone Freddy, the world needs to step-up support to communities ravaged by the disaster in Malawi. PRESS RELEASE, United Nations 14 April 2023

MOZAMBIQUE Humanitarian Snapshot – Freddy, Floods and Cholera as 25 of April 2023

MOZAMBIQUE Humanitarian Situation Report No. 3 UNICEF 31 March 2023

CARTA ENCÍCLICA LAUDATO SI’ DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN