Análisis y reflexión15/11/2023

Declaración de la celebración del Adviento y Navidad en medio de la guerra

Los Patriarcas y los líderes de las iglesias en Jerusalén, llamamos a nuestras congregaciones a mantenerse fuertes con quienes enfrentan a tales aflicciones, renunciando este año a cualquier actividad festiva innecesaria.

Cada año, durante el momento sagrado de Adviento y Navidad, nuestras comunidades cristianas a lo largo de Tierra Santa dedican tiempo a la preparación para la conmemoración del nacimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.

Además de asistir a los servicios religiosos, estas celebraciones incluyen la participación en muchas fiestas y la exhibición de luces y decoración como medio de expresar nuestro gozo por la cercanía de la festividad de la Natividad. Pero este no es un momento normal.

Desde el inicio de la guerra, tenemos una atmósfera de tristeza y dolor. Cientos de ciudadanos inocentes, incluyendo mujeres y niños, han muerto o están heridos gravemente. Muchos más lloran la pérdida de sus hogares, de sus seres queridos, y la incertidumbre de sus destinos. A lo largo de toda la región, muchas personas han perdido sus trabajos y están sufriendo económicamente.

A pesar de todo, mientras nosotros llamamos repetidamente a un cese el fuego humanitario y la desescalada de la violencia, la guerra continúa.

Así, nosotros, los Patriarcas y los líderes de las iglesias en Jerusalén, llamamos a nuestras congregaciones a mantenerse fuertes con quienes enfrentan a tales aflicciones, renunciando este año a cualquier actividad festiva innecesaria. Durante este periodo, queremos animar a nuestros sacerdotes y a los creyentes y enfocarse en el significado espiritual de la Navidad en sus actividades pastorales y celebraciones litúrgicas, manteniendo nuestros pensamientos en nuestros hermanos y hermanas afectados por esta guerra y sus consecuencias, y con fervientes oraciones por una paz justa y duradera para nuestra amada Tierra Santa.

Por encima de todo, durante este tiempo de donación, invitamos a los creyentes a pedir, orar y contribuir generosamente como puedan para el alivio de las víctimas de la guerra y para aquellos en extrema necesidad, así como los animamos a unirse a otros en la misión de la Misericordia.

De este modo, creemos que estamos apoyando a quienes sufren de continuo, – como hizo en su encarnación, para que todos los hijos de Dios reciban la esperanza de una nueva Jerusalén en la presencia del Altísimo, donde «No habrá más muerte, ni lamento, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron» (Apocalipsis 21:4).

Los patriarcas y jefes de las iglesias de Jerusalén