Acción social01/10/2018

Cuidar de las personas mayores es mejorar el futuro

En el Día Internacional de las Personas Mayores ponemos en lugar preferente sus derechos, sus necesidades y la convivencia entre generaciones.

Desde hace cincuenta años, gracias a las conquistas de la ciencia y a los progresos de la medicina, la población mundial viene experimentando un constante incremento en la esperanza de la vida humana. Si bien esta tendencia es más acentuada en los países más desarrollados del hemisferio norte, ya se va extendiendo a los países del hemisferio sur, donde el proceso de envejecimiento es todavía más acelerado.

Esta rápida transformación demográfica constituye una especie de “revolución silenciosa” que no siempre se ve acompañada de las necesarias reformas y mejoras de carácter social, económico, cultural, psicológico y espiritual de las diversas sociedades que vienen gestando estos profundos cambios, tanto en la cantidad como en el carácter de sus ciudadanos.

Por ello, ante este Día Internacional de las Personas Mayores, Cáritas quiere contribuir, tanto en el campo de la reflexión como de la acción, a que toda la ciudadanía en su conjunto y, de manera muy especial, los responsables de las entidades y de las administraciones públicas, a que afronten la situación de las personas mayores con una manifiesta responsabilidad y una voluntad política decidida, de manera que pongan en lugar preferente las necesidades que presentan muchas de las personas mayores.

 

Una sociedad en la que los jóvenes se preocupan de los mayores, es una sociedad cargada de futuro. 

Incluso en nuestras sociedades más avanzadas, España entre ellas, cuando se eluden las responsabilidades institucionales, se ignoran los deberes que marca la ley o se omiten las obligaciones éticas de las familias, se acaban provocando números atentados a la dignidad de las personas mayores. En este orden de cosas se incluirían la insuficiencia de ingresos económicos para garantizar una vida decorosa; la frecuente ineficiencia en el sistema de atención a la dependencia, que no les permite gozar de las atenciones adecuadas; o el alejamiento de la persona mayor del propio ambiente social y de la familia, que colocan a muchos mayores al margen de la comunidad y de la vida cívica. Cada uno de estos incumplimientos, por parte de la sociedad, la administración pública o de las propias familias, puede desencadenar la marginación social de los mayores, cuya dimensión más dramática es la falta de relaciones humanas, ya que provocan un enorme sufrimiento en la persona mayor, no sólo por el alejamiento, sino por el abandono, la soledad y el aislamiento.

Además, hoy en día, para atender y asistir a las personas mayores con notables dificultades para vivir autónomamente, se suele acudir a la asistencia institucionalizada. Pero el hecho de ingresar en una institución puede transformarse en una especie de segregación de la persona respecto a la sociedad. Por ello, Cáritas ha optado por el denominado modelo de Atención Centrada en la Persona, y anima a incorporarlo en los procedimientos de atención, cuidados y acompañamiento. Este modelo supone un cambio profundo en la manera habitual de atender y acompañar a la persona mayor, de manera que se valoren sus capacidades y se favorezca y promueva su participación.

Pero para que se produzcan verdaderos cambios en el modo que la sociedad ha de tener presentes a las personas mayores, debemos reconsiderar los actuales modelos de convivencia social para fomentar la cultura de la convivencia entre generaciones. Los jóvenes que tienen la oportunidad de convivir con los mayores saben que esta experiencia los forma y les hace madurar, ayudándoles a adquirir una visión atenta a los demás que les acompañará durante toda la vida. Una sociedad en la que los jóvenes se preocupan de los mayores, es una sociedad cargada de futuro.