Cooperación internacional21/05/2024

Contra la globalización de la indiferencia hay que globalizar la solidaridad

En el Día de África, que se celebra el 25 de mayo, monseñor Pierre Cibambo, presidente de Cáritas África, pide voluntad política para ayudar a que la paz eche raíces en esta región tan castigada como olvidada por todo el mundo.

Acabo de regresar de Kigali, en Ruanda, donde he participado en una reunión de miembros de Cáritas de Burundi, de la República Democrática del Congo y de la propia Ruanda, que han decidido reforzar su colaboración y cooperación para contribuir con su trabajo a la reconciliación y la cohesión social entre los pueblos hermanos de los tres países.

30 años del genocidio de Ruanda

Porque hace 30 años, en Ruanda, por indiferencia o cobardía, y durante 100 días interminables, casi un millón de personas fueron masacradas, víctimas de un sangriento genocidio contra la comunidad tutsi que se perpetró en directo ante los ojos de todo el mundo.

Desde entonces, en la República Democrática del Congo, y una vez más por indiferencia o cobardía, poblaciones enteras han sido expulsadas de sus pueblos y condenadas a vagar sin rumbo fijo, hacinadas en campamentos improvisados en su propio país o en los países vecinos, donde los jóvenes están ociosos y las mujeres son objeto de todo tipo de violencias, incluida la sexual.

Los que se benefician de las guerras

¿Quién se beneficia de esta situación? Los políticos corruptos y las élites que quieren conquistar el poder o aferrarse a él por la fuerza; la bulimia de las multinacionales en busca de minerales estratégicos, como el coltán y otros utilizados en la fabricación de nuestros teléfonos móviles; los fabricantes y traficantes de armas que matan sobre todo a mujeres y niños.

Cáritas por la paz

En este escenario, las organizaciones de Cáritas en la región quieren llevar a cabo iniciativas transfronterizas para que los jóvenes y las mujeres de los tres países se conozcan, intercambien experiencias, superen la desconfianza mutua, aprendan a ver lo que les une y no lo que les separa, liberen energía positiva y actúen conjuntamente, por ejemplo, para proteger el medio ambiente.

En esta región sólo hacen falta 10.000 euros para crear un grupo armado y reclutar a jóvenes, incluso niños, a los que se ha robado la juventud y la infancia entrenándolos para matar, a veces a sus propios vecinos, cuando no a miembros de sus propias familias. Podrían bastar, sin embargo, esos 10.000 euros para dar a algunos de estos jóvenes la oportunidad de soñar juntos, trabajar juntos, jugar juntos, conmemorar juntos a las víctimas y apoyar a los supervivientes.