Análisis y reflexión02/09/2020

Contemplemos, pues, al Dios compasivo y misericordioso

Compartimos la homilía de Monseñor Jesús Fernández, obispo responsable de Cáritas, tras su nombramiento como nuevo obispo de Astorga.

Monseñor Jesús Fernández González es el nuevo obispo de la Diócesis de Astorga desde el pasado mes de junio. Don Jesús es desde el año 2017 es, además, nuestro obispo responsable, tarea que desempeñaba como obispo auxiliar en la Archidiócesis de Santiago de Compostela y presidente de las Subcomisión episcopal de Acción Caritativa y Social. Hoy queremos compartir la homilía que hizo el día de su nombramiento, ya que, como siempre hace, pone de protagonistas a los protagonistas de nuestra acción.

«Jesús nos muestra el corazón del Padre al desvelarnos sus preocupaciones principales: los pobres, los encarcelados, los ciegos, los oprimidos… Para atenderles envió a Isaías y a los demás profetas y ahora envía a su propio Hijo. Contemplemos, pues, al Dios compasivo y misericordioso, al Dios del corazón grande en el que todos los necesitados tienen inscrito su nombre. Si os fijáis bien, comprobaréis que están inscritos Jaime, Manuela, José, Alicia… Son algunos de los miles y miles de fallecidos a causa del Covid-19, algunos de los que murieron sin la soñada cercanía de sus seres queridos, eso sí, sintiendo la ternura y a la vez impotencia de los servicios sanitarios por mantenerlos con vida. Ahí están también los nombres de sus familiares y amigos balanceándose entre la desesperación y la confianza. Así mismo podemos ver en la lista los nombres de los ancianos de tantas y tantas residencias, sometidos a un doble confinamiento, los enfermos, los parados, los abandonados, las víctimas de la trata y de los abusos, los emigrantes y refugiados, los pobres en definitiva.

Como dice el Papa Emérito Benedicto XVI- no sólo los problemas personales, sino también los sociales se originan en la falta de fraternidad (CVe 19); por lo tanto, anunciar el evangelio del amor y de la fraternidad universal es un modo eminente de poner las bases para la resolución de los problemas que nos aquejan, en la medida en que lo permite la fragilidad de la condición humana. No cabe duda que, “entre la evangelización y la promoción humana existen lazos muy fuertes” (ISP 39). Anunciar a Jesucristo, en definitiva, es un gran acto de caridad.

Vosotros, queridos laicos, estáis llamados a transformar este mundo plagado de injusticia y de desigualdad para que cada día se aproxime un poco más al reino que Dios sueña para sus hijos. Lo haréis siendo fieles cumplidores de vuestros deberes cívicos y religiosos, pero también defendiendo derechos humanos básicos como el derecho a la vida, a la libertad religiosa y a la educación de vuestros hijos de acuerdo a vuestras propias convicciones. Anunciaréis también el evangelio viviendo la caridad en la función pública a través de un modo justo de gobernar que atienda al bien común, favoreciendo una cultura del diálogo y del encuentro, poniendo en marcha políticas fiscales equitativas, favoreciendo una razonable distribución de los bienes, velando por un trabajo decente y reconocido, regulando los flujos migratorios y ayudando a los emigrantes que no tengan suficientes recursos, ayudando a la discapacidad, cuidando el medio ambiente…»

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