Colectivo duro, difícil, mal visto, con mala prensa
Desde la Casa de Acogida Nuestra Señora de la Merced de Cáritas Diocesana de Málaga nos muestran la realidad e las personas reclusas y ex-reclusas con motivo del día de la Patrona.
Como cada año el 24 de septiembre se celebra el día de Nuestra Señora de La Merced, patrona del ámbito penitenciario, y por extensión de la casa de acogida desde la que continuamos acompañando al colectivo de reclusos y exreclusos en el difícil camino de la recuperación de la libertad. Este acompañamiento se hace extensible a la recuperación de otros derechos que la privación de libertad también limita.
Es un colectivo duro, difícil, mal visto, con mala prensa. A priori, no cae simpático a casi nadie, no es fácil de empatizar con ellos, no despierta rápidamente la ternura y la compasión, no mueve a la misericordia, no nos invita, casi de forma natural, a intentar ayudarlos porque… cargan con el estigma de que son culpables, han cometido un delito, han quebrantado la ley, en ocasiones han hecho daño a la sociedad y simplemente están pagando las consecuencias de sus actos.
Las condenas acarrean una ruptura en los procesos vitales de estas personas, pero además de la privación del derecho a la libre circulación, a la libertad, limita otros muchos derechos inherentes a la dignidad de la persona. Limita el acceso a la sanidad, con un sistema sanitario penitenciario siempre deficiente y con dificultad para el acceso a los especialistas. Mención especial a la salud mental, rasgo fundamental en muchas de las personas en prisión. Al trabajo (no hay para todos), a la intimidad (se comparte “chabolo” y en muchos centros duchas), al tratamiento de adicciones (en ocasiones no hay posibilidad), al acceso a la comunicación y las nuevas tecnologías (solo la pandemia trajo las primeras video llamadas y no en todos los centros), al transporte (muchos centros penitenciarios no cuentan con acceso a transporta público o es muy deficiente lo que pagan además las familias de los reclusos). Y así podríamos seguir…
Este año aparece en el horizonte un nuevo nubarrón, una nueva incertidumbre que ya recorre los patios de los módulos, una nueva preocupación para los que estamos en este camino. Desde el 1 de noviembre desaparece el subsidio de excarcelación, el famoso “desempleo de la cárcel” que ha generado tantas veces frases como: “la cárcel no esta tan mal…si encima salen con desempleo” Este subsidio ha sido, durante años una herramienta muy útil, aunque mejorable, para la dura reinserción de estas personas y lo que les permitía poder contar con una pequeña palanca al reiniciar su vida en libertad.
Ha sido absorbido por el Ingreso Mínimo Vital (IMV), pero olvidando una vez más a las personas privadas de libertad y sus carteristas específicas. Los tiempos para acceder a él se incrementan, entre 5 y 7 meses, frente a los 3 aproximados lo que lo hace incompatible con la salida de prisión y sus necesidades sobre todo si no se cuenta con red de apoyo suficiente para cubrir las necesidades básicas. Es más compleja en su tramitación, con más requisitos y con la necesidad de enfrentarse a la burocracia y a trámites on line a personas que en muchos casos no cuentan con las habilidades necesarias para ello. Si se regresa a una unidad familiar que ya cobra el IMV este queda en suspenso hasta la revisión lo que puede durar meses…Para el cálculo de la cuantía, se toma como referencia los ingresos del año anterior, por lo que, si se ha tenido la “suerte” de trabajar en prisión y no llegar a generar desempleo, solo se obtendrá la parte correspondiente…
Como ya hemos dicho un obstáculo más en el proceso que ya de por sí se hace difícil y cuesta arriba. Por lo demás seguiremos acompañando y transitando estos caminos, aunque a veces solo podamos aguantar juntos el chaparrón…