Acabemos con la explotación
El 30 de julio es el Día Mundial contra la Trata de Personas
El 30 de julio se celebra el Día Mundial contra la Trata de Personas. En este Año Jubilar, en el que conmemoramos el 25º aniversario de los Protocolos de Palermo, COATNET (entidad formada por organizaciones cristianas que luchan contra la trata) reafirma su compromiso para acabar con este crimen organizado que atenta gravemente contra la dignidad inalienable de toda persona.
El Informe Mundial 2024 de la UNODC confirma la alarmante magnitud del delito: más de 200.000 víctimas detectadas en todo el mundo de 2020 a 2023, con un aumento del 25 % en los casos conocidos desde 2019. El trabajo forzado ha superado a la trata con fines de explotación sexual, y el número de niños víctimas ha aumentado un 31%. La trata con fines de delincuencia forzada, incluidos los fraudes online, está creciendo rápidamente. Estos patrones muestran cómo los traficantes explotan los espacios digitales, los conflictos y las crisis socioeconómicas con una eficacia despiadada.
COATNET (organización de la que forma parte Cáritas) ha participado en las Reuniones Preparatorias Regionales de 2025, que se celebraron antes del 15º Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente.
Un crimen organizado
La trata de seres humanos no es un problema marginal: es un delito organizado, y nuestras respuestas deben estar a la altura de su magnitud y complejidad. Esto significa reforzar los sistemas jurídicos, interrumpir los flujos financieros ilícitos y garantizar a los supervivientes el acceso a la justicia, la protección y el apoyo a largo plazo. También significa escuchar a los afectados y reconocer que los supervivientes no son solamente víctimas, sino agentes del cambio.
Acabar con la impunidad
Demasiados casos quedan sin denunciar o impunes. A menudo los supervivientes se enfrentan a la revictimización y la marginación. Los miembros de COATNET instan a los gobiernos a reforzar sus sistemas jurídicos, cumplir los compromisos internacionales y acabar con la brecha de la impunidad.
Como organizaciones cristianas, estamos llamadas a caminar junto a los oprimidos, no sólo con compasión, sino con acción. La solidaridad es justicia en movimiento. Exige una reforma jurídica, voluntad política y claridad moral. Como nos recuerda Alistair Dutton, secretario general de Caritas Internationalis, “que este año jubilar sea un tiempo de conversión personal y colectiva: de la indiferencia a la acción compasiva, de la complicidad a la responsabilidad, del silencio a la voz profética”.