Acción social15/11/2020

Tendiendo nuestra mano a quien sufre

La celebración de la Jornada Mundial de los Pobres, con su lema “Tiende tu mano al pobre”, es una llamada a cargar con los más débiles y golpeados por esta crisis, que nos afecta a todos, pero especialmente a los más vulnerables.

Estos momentos que estamos viviendo nos sentimos más débiles. La pérdida de trabajo, el no poder estar cerca de nuestros seres queridos o el aislamiento nos han enfrentado al miedo, al dolor y a la incertidumbre. Pero estas heridas, graves para toda la sociedad, son infinitamente más profundas para las personas con las que trabajamos y compartimos.

Este tiempo de desolación a causa de los efectos que está teniendo en todo el mundo la Covid-19, ha agravado la situación de muchas de las personas que ya acudían a Cáritas, pero estos meses también hemos detectado un incremento de las situaciones de necesidad que esta crisis ha provocado en personas que hasta ahora no habían necesitado de ayuda. Y es que una de cada tres personas atendida es nueva o hacía más de un año que no acudía a pedir ayuda. Personas inmigrantes recién llegadas, a las que esta situación de paralización económica y social les pillaba sin haber sido capaces de asentarse todavía; pequeños autónomos, vendedores ambulantes, trabajadoras de hogar que habitualmente tenían ingresos, aunque insuficientes como para generar ahorros, y otras afectadas por ERTES que habían sufrido retraso en los cobros, han necesitado del apoyo y acompañamiento de Cáritas por primera vez.

La pandemia ha anulado el efecto de la recuperación

La Covid-19 está impactando de manera importante en la estructura social de nuestro país, paralizando el lento proceso de recuperación que venía iniciándose desde mediados de la última década y afectando a todos los sectores socioeconómicos. Antes de la pandemia, y a pesar de la recuperación del empleo, la pobreza severa no había parado de aumentar, y hoy, tras estos meses de incertidumbre, el panorama es desolador: tres de cada 10 personas en exclusión grave carecen de cualquier tipo de ingreso, y además, solo 1 de cada 4 hogares en exclusión grave se puede sostener del empleo.

La crisis sanitaria y social causada por el coronavirus ha provocado el aumento de la presencia de personas sin hogar en los recursos de la Confederación de toda España y ha incrementado la necesidad de plazas en un 25%. A día de hoy, la mitad de los hogares en situación de grave precariedad no pueden hacer frente a los pagos de hipoteca o alquiler de la vivienda y tampoco disponen de dinero suficiente para pagar gastos de suministros. Desde Cáritas estamos ayudando a familias con la compra de alimentos, productos de higiene o limpieza a los que no son capaces de hacer frente. Además, el hecho de no pertenecer a la comunidad virtual está minando la igualdad de oportunidades, sobre todo en la infancia. Trabajamos sin descanso con estos menores y con sus familias, y es que otra de las graves secuelas de esta crisis es la disminución del rendimiento escolar de muchos niños y niñas que no pueden acceder al ritmo marcado, y que ocasiona que se estén quedando atrás en el ámbito escolar.

Es necesario más apoyo

Las redes de apoyo, debilitadas tras la última crisis, pierden aún más capacidad de ayuda, y son muchas las personas que en estos meses se han visto totalmente desprotegidas. Tan solo el 15 por ciento de las personas atendidas por nuestros programas o parroquias que han solicitado el Ingreso Mínimo Vital, ha recibido una respuesta favorable, y medidas como la paralización del ingreso Mínimo de Solidaridad desde el mes de abril también dejan fuera de todo recurso a muchas familias. En este contexto, el apoyo brindado por Cáritas se convierte en algo fundamental para poder seguir adelante. Para ello, hemos tenido que redoblar esfuerzos y recursos por parte de los diferentes programas, que todo este tiempo han estado activos. En estos meses hemos multiplicado por 2,3 el número de personas atendidas y por 6 el de recursos invertidos. Este hecho confirma que, una vez más, esta crisis, como las anteriores, no ha sido igual para todos. Las personas más pobres y frágiles han visto como de manera rápida e intensa se han empeorado sus condiciones de vida, y cómo en la mayoría de los casos se han hundido al perder el empleo y los escasos ingresos que percibían.

Trabajamos sin descanso, como el buen samaritano del evangelio, y en primera línea, para no dejar a nadie atrás, ni en la cuneta, y acompañar a tantas personas que sufren. Es más necesario que nunca construir puentes, acciones, ideas y proyectos diseñados que nos acerquen al acompañamiento a las personas, que tiendan la mano y ayuden a construir una sociedad más humana y más justa.