27/10/2025

Saludo de D. Ángel Román en la Asamblea de Cáritas Castilla-La Mancha

D. Ángel nos invita a ofrecer en cada una de nuestras acciones la buena noticia de Jesucristo.

El pasado sábado, 25 de octubre, tuvo lugar la Asamblea de directivos de Cáritas Regional de Cáritas La Mancha. Un espacio de encuentro y reflexión que reunió a representantes de las Cáritas diocesanas de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo, y que conto con la presencia de D. Ángel Román Idígoras, obispo de Albacete, y también obispo acompañante de Cáritas de Castilla-La Mancha, que compartió con los asistentes estas palabras.

SALUDO A LA ASAMBLEA DE DIRECTIVOS DE CÁRITAS DE LA PROVINCIA ECLESIÁSTICA DE TOLEDO.

Doy gracias de corazón, a Dios y a vosotros, por la pasión y la seriedad con la que abordáis la tarea de Cáritas que se os ha confiado. Es impresionante la cantidad de proyectos, intervenciones y acciones proféticas que se desarrollan desde este brazo social de la Iglesia. El trabajo, el alimento, la vivienda, la sanidad, la ancianidad, la dignidad de los de aquí y de los que llegan…

Me llena también de alegría el que estemos toda la Provincia Eclesiástica de Toledo para poder programar, compartir, animarnos en la tarea y unir esfuerzos. Trabajar juntos es tanto una virtud cristiana como una necesidad. Compartimos retos, dialogamos y nos enriquecemos mutuamente con las iniciativas tan creativas como arriesgadas, que cada diócesis impulsa para responder a las necesidades que nuestros hermanos tienen. Somos cinco, pero somos uno. Somos la única Iglesia de Dios que actúa unida en la dispersión de cada rincón en el que cada uno gastamos la vida. Caminar juntos nos refuerza y nos ayuda a no olvidar el objetivo que da sentido a Caritas.

En este comienzo de curso, me gustaría hacer una breve reflexión sobre ese objetivo que da sentido a nuestra entrega:

Parto del título de la exhortación del Papa León XIV: Dilexi te (te he amado) (Ap. 3, 9) El hecho de que sea en singular nos hace tomar conciencia de que el Amor que Dios nos tiene es personal y a cada uno. No estamos fundidos en un “todos” impersonal. Ha dado la vida por todos. Y ese todos está formado por cada ser humano sin excepción ninguna.

Dando un paso más, podemos fijarnos en cómo nos ama nuestro Dios y las consecuencias de ese Amor: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn. 3, 16) Vemos que la manera de amar es dándose para que tengamos vida eterna. Y esto que nos dice san Juan, lo concreta Lucas en referencia a los pobres: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres…” (Lc. 4, 18) Este es el objetivo de Caritas: que los pobres sean evangelizados, es decir, que los pobres conozcan y reconozcan el amor que Dios tiene a cada uno en concreto y que ese amor les da vida eterna. Eso es evangelizar a los pobres. Y eso se concreta en cada acción de Caritas bañada de evangelio y de amor de Dios.

Os invito a tener esta frase de san Lucas presente en cada lugar donde la acción de Caritas esté presente. Eso nos ayudará a no perder el objetivo de nuestra tarea caritativa. Os animo también, a seguir leyendo los evangelios de forma asidua antes de nuestro actuar. Así, en el contemplar bíblico, continuaremos asimilando la pedagogía que tiene el Señor y cada día afinaremos más con Él nuestra forma de tratar a la gente que servimos: Jesús los quiere, les da de comer, les dedica tiempo, los mira y humaniza el trato, se acerca a ellos, los cura, los acompaña, envía a los discípulos para que hagan lo mismo, reza por ellos, los habla, les llena de esperanza y de sentido la vida… Y vive con coherencia: Él mismo dice: “el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (Mt8,20)

Muchas veces, ante la urgencia, y con un corazón de oro, nos preocupamos por cubrir la necesidad física y dejamos de lado la dimensión espiritual. Pero hemos de pararnos y recordar la respuesta del Señor en el relato de las tentaciones “no sólo de pan vive el hombre” (Mt. 4,4) La acción social de la Iglesia sin dimensión evangelizadora se convierte en una tentación en la que podemos caer casi sin darnos cuenta.

Os invito a que sigamos con el empeño de servir a los más pobres pidiendo a Jesús que nos ayude a no olvidar nunca que nuestra tarea la hacemos por Amor de Dios y a Dios y no por meras convicciones personales y menos aún por un criterio de subsidiariedad. La ineficacia en la organización de nuestra sociedad y los pecados de avaricia, egocentrismo y búsqueda de poder, llevan a la desigualdad, la injusticia y la generación de infinidad de situaciones de miseria que se perpetúan en la historia y se repiten en todos los estratos sociales, cada uno a su nivel. Si queremos acabar con la pobreza, no podemos crear un “ministerio de asuntos sociales” de gente con buen corazón. Corremos el peligro de crear estructuras que nos sobrepasan y a veces pueden complicar mucho nuestra tarea pastoral llegando incluso a arruinarla. Esas super estructuras pueden también condicionar nuestra acción y la dirección de la misma por la dimensión y la inercia impresionante que adquieren o por la dependencia de las subvenciones para sacarlas adelante. Corremos también el riesgo de dejarnos manipular por halagos de los que descargan su responsabilidad en nosotros. Todo esto nos hace perder nuestra dimensión profética y situarnos en un nivel de inferioridad y “mendicidad” ante los poderes públicos que son los que tienen el dinero para desarrollar nuestros proyectos. Sin el espíritu profundo de lo que es la Caridad cristiana, estos proyectos pueden obscurecer la responsabilidad que tienen los poderes públicos de actuar sobre las raíces que provocan la pobreza y sobre la realidad concreta de tanta indigencia y penuria que se deriva de dichas raíces. Me atrevo a decir que si no tuviéramos el espíritu evangelizador en nuestra acción, bajo una intención y unas ganas sinceras de ayudar al pobre, estaríamos, por el contrario, perpetuando los mecanismos que provocan tanta desigualdad.

Si queremos erradicar la pobreza en todas sus dimensiones, hemos de ofrecer de forma explícita en nuestras acciones sociales la buena noticia de Jesucristo, que es la esperanza que nos salva. No podemos desvirtuar la misión redentora de Cáritas con proyectos sin Dios. Nuestra tarea debe plantear a la sociedad, con humildad, pero sin complejos, la necesidad de conversión personal y de estructuras a la luz del Evangelio.

Desde aquí seguimos planteando nuestras líneas operativas, las propuestas para nuestros políticos y la organización de la necesaria formación cristiana, humana y técnica de nuestros voluntarios y contratados.

Dice el Papa en su exhortación: «El cristiano no puede considerar a los pobres sólo como un problema social; estos son una “cuestión familiar”, son “de los nuestros”. Nuestra relación con ellos no se puede reducir a una actividad o a una oficina de la Iglesia.» (Dilexi te 104)

Nos urgen los pobres y el Señor nos envía a evangelizarlos.

Gracias de nuevo por responder a esta llamada.

+Ángel Román Idígoras, Obispo de Albacete.