VIDAS VOLUNTARIAS17/02/2023

Juan Fernández, motor y testimonio

Sacerdote del Concilio Vaticano II, como le gusta definirse, Juan Fernández se ha dejado la piel en cada una de las parroquias en las que ha prestado su servicio social. Tanto en la ciudad como en la Sierra de Albacete, allá donde ha estado, se ha encargado de impulsar y animar a los equipos de Cáritas para poder prestar apoyo a las personas más frágiles.

Juan, “retirado” de la vida activa, recibe un día la noticia de que Cáritas quiere ofrecerle una humilde- pero bien merecida- mención, por toda una vida de dedicación a los demás. Y puedo decir que necesitaría dos o tres semblanzas para acercarme sólo un poco a la abundancia humana y cristiana de este sacerdote, trabajador y obrero del amor fraterno.

Fernández Selva nació a siete Kilómetros de Hellín, tierra fértil en almas caritativas, distancia que recorría diariamente en bicicleta desde su aldea, para formarse en el Bachillerato Laboral. Se puede afirmar rotundamente que, a partir de entonces, Juan anduvo por distintas ciudades: Albacete, Alicante, Madrid…, creciendo en el conocimiento de lo humano y lo divino, puesto que compaginaba sus estudios con el trabajo de sus manos para poder sobrevivir. Jubilado civilmente, disfruta durante once años como párroco en pueblos de la sierra albacetense, mientras llega también su jubilación del ministerio sacerdotal.

Juan es una persona “enamorada de la figura de Jesucristo y sacerdote del Concilio Vaticano II como expresión de su Evangelio”, tal como él se define. Y con la coherencia que exigen sus palabras cree que, en toda comunidad eclesial, además de Catequesis y Liturgia, es fundamental la Caridad; por esa razón, quiso llevar siempre la labor de Cáritas a todas las parroquias por las que ha pasado-¡y han sido muchas!- convirtiéndose en motor y ejemplo posteriores.

Santo Domingo de Guzmán, en el barrio Hermanos Falcó de Albacete, vio cómo, con la ayuda de Cáritas Diocesana, su párroco, Juan Fernández, y un grupo de feligreses, pusieron la semilla de las futuras guarderías municipales de Albacete: con niños en edad previa a escolarizarse, este buen equipo contrató a una maestra del barrio para atender a estos chavales mientras sus padres trabajaban. Y así, “como el que no quiere la cosa”, a media mañana y a media tarde, les daban leche con galletas…en ocasiones, sería su comida diaria más fuerte. He querido destacar esta su primera parroquia no sólo por su trascendencia posterior, sino también por su ternura…, pero en barrios circundantes a la carretera de Peñas de San Pedro, puso en marcha Juan, este “bendito motor”, con un buen equipo, la recogida de vidrio; desde ahí surgió la empresa R que R que funciona bien aún en la actualidad.

Tarazona de la Mancha, Casas de Juan Núñez, Pozo Lorente, Bogarra…por dónde ha pasado Juan ha puesto en marcha la labor de Cáritas para atender a los más necesitados.

Nuestro personaje de hoy reconoce haber tenido siempre a su lado impulsores en su dedicación y entrega generosa a los demás; y entre ellos figuran clérigos y laicos, desde Obispos, como don Ireneo García, hasta una “madre coraje” como él la define, Juana Cañaveras, feligresa del barrio de San Pedro, ya fallecida.

 Juan reconoce igualmente de qué manera la Cáritas inicial, que suponía ayudas puntuales en grandes carencias, ha ido evolucionando para capacitar a las personas necesitadas en su preparación profesional para el mundo laboral.

Solidaridad y caridad son dos realidades tan cercanas que, los jóvenes educados en valores humanitarios podrían encontrar en Cáritas una proyección más amplia, si esa dedicación a los demás se valora también a la luz de Cristo. Esa confianza alberga Juan Fernández con respecto a la juventud actual.

Te has merecido con mucho este descanso, aunque como tú mismo dices, estés “experimentando las debilidades propias de la edad”.

Muchas gracias, Juan, por tu trabajo, tu ejemplo y tu testimonio.