VIDAS VOLUNTARIAS11/02/2021

José Carrión Munera, desde las raíces de Cáritas Diocesana

Desde que se ordenó sacerdote en 1965, firmó un compromiso de ayuda a los más necesitados. Conocemos mejor a Pepe Carrión, profundamente entregado a ayudar a los demás.

Hablé poco con él, pero lo poco se convirtió en todo cuando, con un sentido especial de sencillez, espiritualidad y cariño, contestó a mis preguntas con tal profundidad y concisión, que me impactó.

José Carrión sólo con diez años en su pueblo bonito, Alcalá del Júcar, ya empezó a aprender caridad, ayudando a su padre a repartir aquellos alimentos que, por 1950, mandaban como ayuda los americanos: la leche en polvo y el queso. Recuerda cómo, después de aquello, se constituyó Cáritas Diocesana.

José se ordenó sacerdote en 1965 y desde ese momento hasta el día de hoy, “firmó” un compromiso con la ayuda a los más necesitados que no requería de más documentos ni de más rúbricas.

Vivió el mundo rural, como un habitante más de Nerpio, Villamalea, Fuensanta… Pero Pepe no fue sólo un cura de pueblo al uso, porque su tarea era conocer a fondo las carencias de los demás, no sólo espirituales, puesto que existían  también otras más básicas de índole económica, social y cultural. Y, a la vez que trabajaba en el campo y en la parroquia y era sacerdote corresponsable con Cáritas Diocesana…estudió Trabajo Social, lo que en 1980 le llevó a ser contratado por Cáritas hasta 2005 en que se jubiló. Pero hoy, en 2021, Cáritas sigue contando con su trabajo y colaboración.

Recuerda José cómo al principio de su andadura, solamente había dos o tres Cáritas parroquiales instituidas, en San Juan, alguna en Villarrobledo…y ahora las hay en todas las parroquias; recuerda también cómo entonces buscaban personas para colaborar entre la gente buena que se acercaba a la Iglesia para ayudar y cómo se intentaba dar a conocer lo que realmente era la pobreza, a través de reuniones, charlas…

¿Qué motivación atraía a estos primeros voluntarios? Para José, justicia, búsqueda del bien común y caridad –con lo que este último término connota de sentimiento cristiano- empujaban a colaborar.

Como persona inteligente, comprometida y experimentada, este párroco de pueblo, profundamente enraizado con el campo y con la entrega a los demás, no se plantea el futuro de Cáritas. Para él el futuro es el trabajo del día a día. La pobreza no es sólo la falta de dinero y la ayuda de Cáritas no puede ser únicamente acallar el hambre material. La pobreza abarca muchos elementos que debemos conocer los que intentamos ayudar. La caridad implica acogida, recibimiento, escucha y seguimiento de todo aquel que muestra hambre, en el más amplio sentido de la palabra.

José Carrión me dijo algo que quiero conservar en la memoria y es que siempre existirá Cáritas – se llame trabajo, interés, servicio a los demás-, porque siempre existirán “los últimos entre los últimos” para las administraciones e incluso para la propia institución de Cáritas.

Mi agradecimiento a ti, José Carrión, párroco rural, en las mismas raíces de Cáritas Diocesana, por lo que he aprendido de ti y que, breve y humildemente, he intentado dar a conocer con esta semblanza.