“Contar con apoyos, como el de Cáritas, ha sido un alivio”
Seis meses después de la riada, Jennifer ha reabierto la panadería familiar, uno de los negocios emblemáticos de Letur. Con la ayuda de Cáritas, que ha impulsado una línea de apoyo para la reactivación económica, ha podido retomar su actividad.
Desde el 29 de octubre, Letur es distinto. Pero en medio de esta realidad, todavía impregnada por el dolor, también hay esperanza. Como el olor a pan recién hecho que vuelve a salir de la panadería ‘El Chulo’, ubicada en la plaza de la localidad, ese rincón que Jennifer y su madre han vuelto a llenar de vida después de casi 6 meses.
“Dos semanas llevamos abiertas… y lo necesitábamos. Volver a la rutina era volver a respirar”, dice Jennifer. La panadería, con sus 40 años de historia, pasó de ser una tradición familiar de sus tíos a un proyecto compartido entre una madre y una hija que hacía apenas un año y medio que se ocupaban del negocio. Pero la DANA lo paralizó. Los congeladores y la despensa llenos de género, se perdieron aquel día de octubre por completo. La panadería, ubicada en la plaza, en pleno casco viejo, quedó entonces sin luz, sin agua, sin acceso… y con las inversiones previas a un puente festivo que nunca llegó. “Íbamos a abrir para del puente de Todos los Santos. Teníamos todo listo. Pero lo perdimos. Y lo que se pudo salvar, lo donamos a las escuelas, donde estaba el dispositivo de emergencia que se ocupaba de atender las principales necesidades de los vecinos tras la DANA”, recuerda.
La magnitud de las pérdidas no fue solo económica. “Lo peor ha sido lo humano”, confiesa. “Mónica y Johnny eran mis mejores amigos y ya no están. Mi almanaque sigue en aquel día octubre. Es como si todo se hubiese detenido ahí.” Le cuesta todavía recorrer ciertas calles del pueblo. “No bajé hasta que no abrimos la panadería. Me hacía daño pasar por allí. Todavía me pasa. Estoy en casa y pienso en Letur como era antes. No lo asimilo.”
Pero finalmente la panadería ha levantado sus persianas. “Abrir ha sido tener la mente ocupada otra vez. Y eso ayuda mucho.” El proceso para levantar el negocio no ha sido fácil. “había que traer la leña hasta aquí, descargarla… Contar con apoyos como el de Cáritas ha sido un alivio. No solo por las ayudas económicas, también por el acompañamiento emocional.”
La reapertura no solo ha sido importante para ellas. En Letur, la panadería es un punto de encuentro entre los vecinos y visitantes cada fin de semana. “Muchos vecinos pasan y nos dicen: ‘¡Qué alegría volver a ver esto abierto y escuchar música otra vez!’ Eso también reconforta”. Para la gente del pueblo, es una señal de que las cosas pueden volver a su sitio.
Jennifer sigue con las manos en la masa, el delantal, y con el horno otra vez encendido y a pleno rendimiento preparando toñas, el dulce típico de esta localidad, magdalenas y empanadillas. La panadería de la plaza ha vuelto. Y con ella, también un poco de Letur.