Análisis y reflexión20/06/2025

Collage

La verdadera dimensión eucarística nos la ofrece Jesús, quien dejó el memorial de su amor entregado y derramado: “Tomó el pan en sus manos, lo partió y dijo: `Tomad y comed, esto es mi cuerpo´. El delegado espiscopal de Cáritas Diocesana reflexiona sobre la celebración del Día del Caridad.

En la solemnidad del Corpus Christi, la Iglesia celebra “el Día de la Caridad”.

La verdadera dimensión eucarística nos la ofrece Jesús, quien dejó el memorial de su amor entregado y derramado: “Tomó el pan en sus manos, lo partió y dijo: `Tomad y comed, esto es mi cuerpo´. Lo mismo hizo con el cáliz…”. Y añadido: “Haced esto en mi memoria”.

Fueron pasando amaneceres, y la celebración de la Eucaristía siempre estuvo ligada a la comunión y la comunicación cristiana de bienes en doble sentido: como expresión de amor y como anticipo de fraternidad real, llamada a crear Reino de Dios.

San Juan Crisóstomo comentaba: “Cuando ves en el interior de la Iglesia al pobre junto al rico, al plebeyo con el magnate, pienso que se cumple la profecía: `cuando llegue el Reino apacentarán juntos el lobo y el cordero´”.

Según San Juan XXIII, el Sacramento del Altar es la exaltación de la primera y fundamental enseñanza de lo que Cristo quiere: el “unum sint. Tradiciones y generaciones se han sucedido, pero todas con la aspiración de la misma sociedad universal del “unus Dominus, una fides, unum baptisma”.

San Pablo VI une la “oración sacerdotal de Jesús” y el “misterio Eucarístico”. Una apasionada invocación “ut unum sint”, manifiesta la comunión con Él y con los hermanos. De la mesa divina ha de brotar el Amor verdadero, que se ve, se expande y hace historia.

San Juan Pablo II apuntó: “La Eucaristía no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia; es también proyecto de caridad para toda la humanidad”. La autenticidad al participar en la Eucaristía refleja la verdad de un compromiso activo en edificar una sociedad más equitativa, justa y fraterna.

Deus Caritas est, de Benedicto XVI señala que la enseñanza de Jesús es síntesis de toda Verdad. Todo proviene de la Caridad de Dios, y ésta es la verdadera sustancia de relación con Él y con el prójimo. La Caridad es la vía maestra de la Doctrina Social de la Iglesia.

Insistió Francisco que quien recibe con fe el Cuerpo y la Sangre de Cristo come y es saciado. Comer y saciar son cuestiones fundamentales que, en la Eucaristía, deben ser respondidas. Si el Señor se da a sí mismo, nuestra adoración eucarística se hace real cuando cuidamos al prójimo.

Por el amor mutuo y, en particular, por el amor a los hermanos más necesitados, se nos reconocerá como discípulos de Cristo. En base a este criterio se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas.