07/02/2023

Cáritas diocesana de Mondoñedo-Ferrol y Oblatas unen sus fuerzas en el acompañamiento a víctimas de trata

Con motivo de la novena Edición de la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, que se celebra mañana 8 de Febrero

Esta colaboración parte de la necesidad de adaptar nuestra acción a las realidades presentes en nuestra diócesis, siendo la trata una de ellas, marcada por la extrema vulnerabilidad y fragilidad en la que se encuentran las personas que la sufren.

Días como los que celebramos mañana nos sirven para hacer volver la vista a una de las realidades sociales que más oculta se mantiene el resto de fechas del año. 

El 8 de febrero recordamos que la trata no es algo lejano, una lacra ajena a nuestra sociedad, perteneciente al denominado tercer mundo, que no nos afecta. Así, cuando nos referimos a la trata como la esclavitud del siglo XXI, remarcamos que es una violencia que se está dando aún hoy en día, no siendo un recuerdo del pasado. La trata es una realidad, un delito, un drama, presente aquí y ahora y que tiene su origen en el mal denominado primer mundo.

Por ello consideramos esencial visibilizar que el máximo exponente de la trata a nivel global, sin menospreciar otras formas de esta terrible actividad, es la que se realiza con fines de explotación sexual, siendo la que mayoritariamente afecta a mujeres y niñas. (El 84 por ciento de la trata de personas tiene fines de explotación sexual, y el 94 por ciento son mujeres y niñas, según las cifras de ONU mujeres). Lo que deja a las claras que es una sangrante forma de violencia de género, asentada en arcaicos valores patriarcales, así como otros valores que tratan de justificar la perpetuación de diferencias sociales. Al igual que no se puede obviar que la existencia de la prostitución es la base de cultivo de la trata con fines de explotación sexual.

Cuando las primeras Oblatas llegan a Ferrol, el 19 de abril de 1907, lo hacen respondiendo a la solicitud que en 1905 realiza la Junta de trata de blancas que existía en la ciudad. Las mujeres que la componían estaban alarmadas al comprobar como cada día más jóvenes llegaban a la ciudad para ser explotadas sexualmente.

Ese día comenzó el camino junto a la mujer en situación de prostitución y victimas de trata sexual de las Oblatas en Ferrol. Un camino que se extiende hasta hoy, donde desde el Centro de Día Oblatas “O´Mencer”, acompañamos a la mujer en su proceso personal, constatando que en Ferrol existe la trata.

Durante el 2022, a través de los diferentes programas que desarrollamos, acompañamos un total de 298 personas en situación de prostitución: 272 mujeres, 21 mujeres transexuales y 5 hombres.   61 de ellas presentaban indicadores de ser víctimas de trata con fines de explotación sexual y 3 están formalmente reconocidas como víctimas de trata.

A pesar de que la historia de cada una de las personas que acompañamos es particular, si hay un elemento común en todas ellas. Esto es que las personas acceden a la situación de prostitución o trata empujadas por una situación de vulnerabilidad: falta de recursos económicos; dificultad de acceso a formación y trabajo; cargas familiares… Y son también estas situaciones de vulnerabilidad las que mantienen en esos contextos de explotación a estas personas. Y todo ello agravado con el estigma que la sociedad proyecta sobre las mujeres que han estado en esta situación.

Por ello, la colaboración entre entidades, como el que presentamos hoy, son imprescindibles para poder ofrecer alternativas más completas a las personas que sufren esta violencia. Al tiempo que con oraciones y reflexiones como las de mañana, tratamos de despertar la conciencia social respecto a la realidad de la trata.

Estos datos constatan la necesidad de aunar fuerzas y actuar de forma coordinada, con una entidad como Oblatas con amplia experiencia en el acompañamiento a víctimas de trata con fines de explotación sexual. Para ello hemos trazado cuatro ejes de trabajo:

  • Cobertura de necesidades básicas de emergencia de víctimas y posibles víctimas de trata con fines de explotación sexual.
  • Cobertura de alojamiento y acompañamiento social en viviendas de tránsito a la vida autónoma
  • Formación a agentes de Cáritas en identificación, prevención y actuación frente a casos de trata.
  • Realización de acciones de sensibilización.

La trata con fines de explotación sexual es una forma de esclavitud en la que las personas son privadas de su libertad y su dignidad, convertidas en objetos para la explotación y ganancia económica. Las víctimas se ven aisladas, alejadas de sus familias e incapaces de establecer redes de apoyo.

Desde Cáritas constatamos que situaciones como la irregularidad administrativa, la deuda con las mafias y el mencionado aislamiento impuesto repercute negativamente en el acceso a servicios básicos como la salud, la educación, el acceso a una vivienda digna o formación que posibilite su inserción laboral.

De forma general también podemos decir que las victimas de trata no hablan abiertamente de esta situación y muchas veces es difícil constatar este hecho en nuestros servicios de acogida. La situación de irregularidad hace que lleguen a nuestros servicios, especialmente al del servicio de asesoramiento jurídico llegan mujeres que llevan varios años en España viviendo de forma oculta, anónima y con miedo. A veces incluso sin ningún tipo de documentación a su nombre.

La trata de personas se agrava en contextos de violencia generalizada, conflictos bélicos o crisis económica, factores que incrementan la fragilidad y vulnerabilidad de las personas, y que se materializan en un incremento de los casos.

Desde Cáritas recordamos, en esta jornada, las palabras del Papa Francisco en la que reclamaba una economía sin trata, “con reglas de mercado que promueven la justicia y nos los intereses particulares exclusivos”, una economía del cuidado, que ponga a la persona en el centro.

El hecho más perverso de la trata y de los actores que la posibilitan, es el hacernos creer que es algo que no existe o que es lejano. Pero queremos decir que no es así. La trata es una realidad muy presente en nuestra sociedad, que incide directamente en las mujeres y niñas, y que termina por deshumanizar a la persona reduciéndola a un objeto que se puede alquilar y vender.

Como bien afirma el Papa Francisco “Existe un comercio detrás de la trata de personas. “Hay empresarios que contratan a jóvenes para trabajo esclavo, los llaman… Y hay consumidores que van a las chicas… Ellas no son libres, son esclavas. Porque esas chicas, cuando regresan a casa de su jefe, lo podemos llamar el jefe mafioso, deben pagarle una cantidad cada día”. Según el Papa, también “es de hipócritas escandalizarse, pero no hacer nada para resolver los problemas”.

Como sociedad y como personas cristianas tenemos una responsabilidad con las personas que sufren esta violencia y no podemos mirar hacia el otro lado.

En este contexto es nuestra responsabilidad exigir a las autoridades:

  1. La creación de leyes que pongan en el centro a la víctima y no tanto al delito. Leyes que garanticen su derecho a ser reconocidas como víctimas y que se cuente con recursos para apoyar sus procesos de recuperación.
  2. Del mismo modo es necesario invertir en la educación de nuestros jóvenes, es evidente que sin demanda no existiría la oferta. Cada vez son más jóvenes los hombres que pagan por sexo y conocemos los datos de la ONU que confirma a España como el país Europeo con mayor demanda de prostitución y tercero del mundo. Todo ello deja ver la necesidad de invertir en formación que generen relaciones igualitarias y de respeto.

En este sentido, reconociendo que el mayor número de mujeres en situación de prostitución son mujeres que provienen de países en vías de desarrollo, es necesario reclamar el apoyo de los países demandantes de mujeres, como el nuestro, el invertir en programas formativos y laborales para mujer en sus países de procedencia. Para así no verse en situaciones de vulnerabilidad que finalmente las empujan a situaciones de prostitución y trata sexual.

el Drama de la Trata de Personas – Obispo D. Fernando García Cadiñanos