ETAPA 5: O Pedrouzo – O Monte do Gozo
El Camino nos ha transformado a todos, nos ha hecho ver las cosas de formas diferentes, nos ha enseñado que podemos lograr lo que nos propongamos.
Nos despertamos en O Pedrouzo. Sabíamos que era el último día en el que haríamos un largo camino. El último día que nos esforzaríamos al máximo por llegar, nuestro último esfuerzo y nuestra última oportunidad de conocernos más entre nosotros. Nos agrupamos en una pequeña plaza del pueblo y allí comenzamos a leer el sentido del día como todas las mañanas, pero esta vez era un poco más profunda, era algo que teníamos que buscar en nuestro interior y en nuestro corazón. El tema planteado era la fe, nos tocaba reflexionar una hora sobre la fe.
Llevaba días caminando, escuchando a personas, apoyando a mis compañeros y por primera vez me tocó fuerte el tema. Creo que fue una hora muy emotiva para muchos, donde empezamos a darnos cuenta de que llegaba el final, de que estábamos ahí y de que nunca volveríamos a vivir esa experiencia con las mismas personas. Fue el primer día que vi a mis compañeros llorar en soledad. Juntos pero separados. Yendo al mismo destino.
El Camino se nos estaba haciendo corto, aun con dolores, agujetas, ampollas y el peso de nuestras mochilas, hubiéramos seguido caminando. Yo agradecí muchas veces por haber podido vivir esa experiencia, con esas grandes personas y, también se me escapaban las lagrimas en esa primera hora de la etapa, donde me estaba escuchando y no creía lo que el Camino había transformado en mí.
Hicimos la primera parada, la hora de reflexión había acabado y ya juntos compartimos nuestro Camino, disfrutando lo máximo de nuestra compañía, nuestras conversaciones profundas, nuestras tonterías y bailes… ya no andábamos tan separados como los primeros días, sino que intentamos estar más juntos.
Llegamos al albergue en O Monte do Gozo. Pasamos la tarde haciendo guerras de agua para sofocar el calor. Antes de la cena, tuvimos una actividad para escribirnos en una especie de diario personal, unas dedicatorias. ¡Eso fue muy emotivo! Nos dimos cuenta del enorme cariño que nos habíamos cogido todos en tan poco tiempo. Fue un día para recordar.
El Camino nos ha transformado a todos, nos ha hecho ver las cosas de formas diferentes, nos ha enseñado que podemos lograr lo que nos propongamos.
A la mañana siguiente, partíamos nuestro Camino hacía Santiago…