Nuestro día a día08/03/2021

Día Internacional de la Mujer

Las mujeres en exclusión social, sufren, especialmente durante este año de pandemia, por la precariedad de sectores como el empleo doméstico y de cuidados en el hogar, desempeñados principalmente por mujeres

Estaba casada, ahora soy viuda, la enfermedad y la falta de atención médica en mi país se llevó a mi marido. Salí de Venezuela con la esperanza de que algún hospital de Europa pudiera atenderle. Llegamos a Italia, a penas teníamos para comer, al quedarme sola, vine a Asturias y conocí el proyecto porvenir de Cáritas, las voluntarias son unos ángeles, me salvaron la vida.

Es la historia de una mujer, Yadina Portillo, apoyada por otras mujeres. Hace ya varios años Cáritas viene denunciando que la pobreza, cada vez más, tiene rostro de mujer, lo constatamos en nuestro día a día, desde las parroquias y proyectos que atienden a las familias asturianas.

De entre las características relevantes de las familias [1], destacan que un 43 % de los hogares son hogares con menores y casi la mitad de ellas son familias monoparentales, casi siempre mujeres como cabeza de familia. Además son ellas quienes más acude a solicitar ayuda, un 66 % del total [2].

Las mujeres en exclusión social, sufren, especialmente durante este año de pandemia, por la precariedad de sectores como el empleo doméstico y de cuidados en el hogar, desempeñados principalmente por mujeres.  Aunque durante la crisis, surgió una ayuda temporal para las empleadas de hogar, cuando finalice volverán a una situación sumamente injusta y es que, pese a cotizar no tienen derecho a prestación por desempleo.

Muchas de las mujeres que acuden a Cáritas son empleadas del hogar y por eso seguiremos denunciando la precaria situación laboral en la que se encuentran, y no solo esto, es que el propio mercado laboral se hace especialmente inaccesible para las mujeres con cargas familiares, que son las que acceden principalmente a estos sectores tan precarizados.

También, debe preocuparnos, particularmente las mujeres en situación de sin hogar, a la que llegan con un grado de deterioro mayor y son mucho más vulnerables que los hombres en esa misma situación. La atención a las personas sin hogar desde los recursos específicos para ellas, por ser proporcionalmente muy superior la de usuarios varones, está muy masculinizada y los servicios que se prestan desde esos recursos deben incidir mucho más en el enfoque de género y contemplar las necesidades específicas de las mujeres. 

Las personas en contexto de prostitución, que habitualmente están invisibilizadas, estigmatizadas y ocultas, ven incrementada su vulnerabilidad y marginación en situaciones como la actual pandemia. Se trata fundamentalmente de mujeres migrantes, en muchos casos en situación administrativa irregular, con cargas familiares no compartidas y con una importante fragilidad anímica.  Más grave aún es la situación de las víctimas de trata con fines de explotación sexual, que continúan manteniendo la deuda a sus explotadores y que, a medida que se prolonga el confinamiento, se ve incrementada.

El impacto en las mujeres víctimas de violencia machista es evidente, si nos acercamos a la realidad que supone para dichas mujeres compartir el confinamiento en el mismo lugar que su agresor. La situación de vulnerabilidad económica en la que se encuentran, junto al distanciamiento de sus hijos en el caso de que la mujer tenga la tutela, provoca, además, un sentimiento de retroceso en su proyecto de vida, lo que deteriora aún más si cabe su precaria situación emocional. De ahí que el impacto de esta crisis en la salud mental y emocional de las mujeres es un elemento clave.

Hoy 8 de marzo, es una oportunidad para no olvidarnos de las mujeres, con nombres y apellidos que están sufriendo la pobreza y la exclusión social. A ellas nos debemos, y por ellas seguiremos luchando.

 

[1] 5 202 hogares (cifra del año 2019, actualmente estamos procesando los datos para 2020)
[2] 16 217 personas (cifra del año 2019, actualmente estamos procesando los datos para 2020)