Noticia11/06/2020

Cáritas da apoyo urgente a 3.125 familias cántabras durante el confinamiento

Cáritas de Santander atiende las necesidades básicas de más de 9.300 personas durante el periodo de confinamiento, con una inviersión económica de 185.000 euros (el doble que el mismo periodo en 2019)

Cáritas Diocesana de Santander se ha enfrentado a un reto sin precedentes para dar asistencia, en pleno Estado de Alarma, al creciente número de personas necesitadas ante la crisis económica y social derivada del Covid-19. En tan solo dos meses (entre el 16 de marzo y el 16 de mayo) la organización ha atendido a más de 9.300 personas en la región, lo que equivale a 3.125 familias, con una inversión de más de 185.000 € para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, alquiler, suministros o farmacia.

Estas intervenciones suponen un aumento del 48 % respecto al mismo periodo de 2019, con casi el doble de inversión económica (un 92% más). Ha sido especialmente notable la demanda de ayuda para conseguir alimentos, que ha supuesto 2 de cada 3 intervenciones de necesidades básicas y ha requerido de una inversión por parte de la organización un 106% superior a la del mismo periodo del año anterior. Un brutal impacto de la pandemia en la actividad de Cáritas de Santander y en la realidad social de la comunidad autónoma.

“Atender este aluvión de peticiones de ayuda y continuar a la vez con nuestro acompañamiento especializado a más de 200 personas ha supuesto un esfuerzo personal y económico inédito para la organización,” ha dicho Sonsoles López, directora de Cáritas Diocesana de Santander. “Todavía no nos habíamos recuperado de la crisis de 2008 cuando el virus Covid-19 ha puesto de manifiesto la cantidad de familias que vivían entre nosotros al filo de la navaja en el borde de la exclusión social”.

A la bolsa de personas con una situación de pobreza cronificada, invisibilizadas y vapuleadas una vez más por este nuevo conflicto, se suman tres perfiles de solicitante de ayuda. Primero, representando alrededor de un tercio de las personas que han recurrido a Cáritas durante los primeros meses del confinamiento, el que se encuentra por primera vez en situación de ERTE, ERE o desempleo -en su gran mayoría procedentes del sector hostelero y doméstico- y tiene que sumar a su angustia la sensación de vergüenza de tener que pedir por primera vez.

Le sigue el que regresa a la organización después de haber logrado salir de la pobreza con gran esfuerzo y establecer un proyecto de vida autónomo, pero precario, que no ha podido resistir el golpe. Por último, se ha notado tambiém un notable aumento de personas en situación irregular en nuestro país que han acudido a la organización “con sus esperanzas rotas”, totalmente desamparadas en una situación como la actual.

Un modelo contra el estigma de la pobreza

Cáritas se ha tenido que reinventar a toda velocidad para seguir estando disponible y cerca de las personas a las que acompaña, a pesar de que el confinamiento haya obligado a cerrar temporalmente sus centros de asistencia presencial. “Lo más positivo es que esta situación imprevista nos ha permitido avanzar más rápido en nuestro modelo de acompañamiento con tarjetas monedero,” explica la directora de la organización. “Una iniciativa que trata de superar el modelo tradicional de entrega de alimentación en especie para recurrir a una alternativa que preserve mejor la dignidad de las personas”.

En total, el 60% de las intervenciones en alimentación durante este periodo se han llevado a cabo mediante transferencias bancarias y tarjetas monedero, con 119 familias en posesión de una tarjeta con la que han podido llevar a cabo su compra de forma autónoma. Desde Cáritas están satisfechos de haber logrado incrementar el pago a través de tarjetas monedero en un 47% desde el mismo periodo de 2019. “Poder elegir es un gesto muy sencillo. Sin embargo, es un gran paso para quienes no han tenido más opción que pedir ayuda”.

En esta línea, la organización lleva años formando y sensibilizando, tanto a sus agentes internos como a la administración pública y a la sociedad, sobre la importancia de adaptar los gestos de caridad de forma que preserven la dignidad, intimidad y autonomía de las personas. Sonsoles López lo ha recordado una vez más: “La entrega de alimento en especie no es la única ni la mejor forma de cubrir esta necesidad básica”.

Ingreso Mínimo Vital

“Cáritas está actuando donde no llega la Administración y efectivamente nos hemos convertido, junto a otras entidades, en la última opción para muchas personas desesperadas y angustiadas,” ha explicado Francisco Sierra, secretario general de Cáritas de Santander y redactor del informe sobre el impacto del Covid-19 en la actividad de la organización. “Estos datos son solo la punta del iceberg y muestran que nuestro sistema actual no da respuesta a la realidad de exclusión social existente en Cantabria”.

En relación al Ingreso Mínimo Vital, Sierra ha hecho un llamado al gobierno regional pidiendo “que no sirva para ahorrarnos una renta social básica que ya veníamos dando a las familias y que puede servir como complemento para normalizar muchas situaciones que un Ingreso Mínimo Vital o una Renta Social Básica por separado sabemos que no pueden normalizar”.

Cáritas de Santander ha vivido la aprobación del Ingreso Mínimo Vital como “una oportunidad para las familias que, por diversas circunstancias, necesitan de unos ingresos que les sirvan de base para construir su proyecto de vida”. El secretario general ha señalado, sin embargo, ciertas carencias que deja a la luz la actual implantación del Ingreso Mínimo Vital, como la dificultad para algunas personas de enfrentarse a la sede electrónica para solicitarlo; o no tener en cuenta a las personas entre 18 y 23 años o a aquellas en situación administrativa irregular.

Solidaridad y colaboración

Cáritas de Santander ha presentado estos datos de actividad relativos a los dos primeros meses del confinamiento en el contexto de la Semana de la Caridad, en la que este año más que nunca se dirige a la sociedad para visibilizar su acción social y recabar solidaridad. Durante la presentación de dicho informe, ha intervenido también el obispo de la Diócesis de Santander, Manuel Sánchez Monge, quien ha subrayado la necesidad de colaboración entre las diversas instituciones: “Hay datos que urgen que cada uno desde nuestras posibilidades y nuestra identidad propia echemos una mano para resolver situaciones a veces muy sangrantes”.