Acción social05/04/2024

Experiencia Intereclesial en la frontera Norte/Sur

Una oportunidad para vivir la fraternidad y la solidaridad

Seguimos caminando juntos, desde hace varios años, con la experiencia Intereclesial en la Frontera Norte-Sur. Allá, en el verano de 2015, nos vino la necesidad y el compromiso, a varias familias carismáticas, de acercarnos a la frontera de África (Norte), con Europa (Sur).

Por aquello que dice la sabiduría popular: “Ojos que no ven corazón que no siente”, nos embarcamos en esta aventura en la que, al día de hoy, han pasado más de cien personas de CONFER y CARITAS. Las ciudades de Melilla, Ceuta Nador y Tánger, nos acogen con los brazos abiertos.

Cuando nos acercamos a las redes sociales y nos hacemos eco de los medios de comunicación, uno se abruma por cómo ve y está este mundo. Huyamos de negativismos y de los ilusos; seamos realistas: hacen más ruido (lamentablemente) las guerras, hambrunas, paro, migraciones, pandemias, discriminación, racismo… y menos ruido, las acciones solidarias, los oasis de cierto bienestar, asociaciones, ONGs, …

Durante dos semanas, la experiencia de los Campos de trabajo, en la Frontera Norte/Sur, quiere aproximarse, de manera muy ‘apretada’, a estas situaciones y pisando el terreno de la realidad -de todas las fronteras-, sembrar semillas de esperanza.

Los hombres y mujeres de Iglesia, que, visitamos estas tierras, participamos de unas inquietudes comunes: no queremos ser indiferentes ante tantas personas que ven anulados y, en ocasiones, pisoteados sus derechos y su propia dignidad. Hay que hacer algo. Bueno, más que hacer, que 15 días dan poco de sí, hay que ver, oír, oler, tocar y gustar la realidad de la frontera y lo que se mueve en torno a ella.

Esta experiencia pretende desinstalarnos, movernos, incomodarnos, no dejarnos impasibles, ante tantas personas que malviven, son rechazadas y explotadas e injustamente tratadas. Nos jugamos mucho la Iglesia, en concreto la Vida Religiosa y Caritas. Las palabras del Papa Francisco, se dirigen a todas las personas de buen corazón y cuando proclama que debemos acoger, proteger, promover e integrar; nos está señalando el camino del evangelio a seguir.

Cuando las comunidades religiosas, de las ciudades que hemos dicho, nos abren sus puertas para alojarnos esos días, también nos abren sus corazones, nos comunican sus inquietudes y nos acercan a la realidad de las personas que, durante el año, están presentes en sus centros y programas socioeducativos: A esto se llama fraternidad.

Cuando participamos y tenemos diversas actividades en el CETI, con las personas migrantes, las familias acogidas, los menores de centros tutelados y residencias de personas mayores: A esto se llama Solidaridad.

Y cuando hacemos la Ruta de los templos, visitando Mezquitas, Sinagogas, Templos Hindúes e Iglesias, o bien, nos acercamos a otros centros de la ciudad que apuestan por estos asuntos: A esto se denomina diálogo intercultural e interreligioso.

¿Se imaginan, cuando volvemos a nuestras casas la de cosas que llevamos en nuestra mochila? ¿Las experiencias que podemos transmitir a las personas con las que vivimos durante el año? ¿La de iniciativas que podemos generar en nuestras poblaciones de la península para seguir acogiendo, protegiendo, promoviendo e integrando a tantas personas que lo necesitan urgentemente?

Pues sí, por aquí va la experiencia de los Campos de trabajo en la Frontera Norte/sur. Por cierto, aunque vamos a cuatros ciudades, aún hay más poblaciones que están dispuestas a abrirnos sus puertas, por supuesto, acogiendo a las personas que se suben a este carro. Te esperamos.

Igual de esta forma sí vamos, poquito a poquito, transformando este mundo que tanto lo necesita. Es más, el seguimiento a Jesús nos lo pide y nos lo exige.