Noticia23/10/2020

«Nunca imaginé que me quedaría en la calle»

Dos residentes de la Casa de Acogida "Madre Bonifacia" de Cáritas Diocesana de Zamora cuentan cómo se vio agravada su situación en lo relativo al acceso a la vivienda tras el impacto del Covid19

“¿Y tú qué dices? ¡Di basta! Nadie sin hogar”

La Casa de Acogida «Madre Bonifacia» de Cáritas Diocesana de Zamora es un centro de atención integral a personas en situación de Sin Hogar con especial dificultad para acceder a una vivienda y vivir de manera autónoma. 

Se atienden las necesidades básicas de las personas y además se les proporciona un espacio de reflexión para tomar decisiones en cuanto a un cambio de estilo de vida que propicie su integración social. 

Se trata de responder a sus necesidades inmediatas y favorecer el tratamiento de problemáticas profundas que condicionan su bienestar. 

TESTIMONIO DE MARÍA 

María tiene 48 años y lleva 4 meses en la Casa de Acogida “Madre Bonifacia” de Cáritas Diocesana de Zamora. Ella es el ejemplo de cómo la pandemia ha agravado la situación de personas que vivían gracias a los ingresos generados a través de la economía sumergida, en este caso de la ayuda a domicilio. María nos cuenta su historia.

“Yo antes vivía con mi madre, pero ella tuvo que ingresar en una residencia, entonces yo me fui a un piso compartido, pero no podía pagar y me quedé en la calle. Nunca había vivido esta situación. Antes tenía una vida más cómoda y ni siquiera conocía la existencia de estos sitios. En la vida, ni en sueños hubiese imaginado llegar a este punto. Cuando me quedé sin recursos fui a la parroquia, la trabajadora social me ayudó y entré aquí. Al principio es duro y te sientes desubicada, pero poco a poco me he ido acostumbrando. Los monitores de la casa de acogida nos ayudan mucho, nos escuchan, nos apoyan…

No cuento con apoyo familiar, pero sí con amigos y mi relación con ellos sigue bien, no he sentido rechazo y, aunque no he tenido apoyo económico sí psicológico.

Estoy estudiando Atención Socio-Sanitaria en Instituciones Sociales, me queda solo un módulo para acabar, mi sueño es trabajar en una residencia porque me encantan las personas mayores. Mientras espero a que me convoquen para la realización de ese módulo que me falta, he estado echando curriculums y estoy haciendo un curso de Competencias Digitales en el programa de empleo de Cáritas así retomo un poco la informática y el ordenador que es algo que tenía olvidado.

La renta garantizada no me permite ahora mismo vivir de manera independiente tengo que ahorrar un poco y luego ya buscar un piso compartido. Debería de haber unas viviendas de protección en función de tus ingresos y si encuentras un trabajo en función de ese trabajo que nos permita avanzar y tener una vida normal y autónoma”.

TESTIMONIO DE ANASS

Anass tiene 27 años y es de Marruecos. Llegó a España, más en concreto a Málaga, tras un duro viaje en patera en la que viajaba con otras 17 personas en poco más de 3 metros. La primera vez que pisó España fue directo a un hospital, otros de sus compañeros de viaje no tuvieron tanta fortuna y no sobrevivieron.

“Hace dos años que llegué a España. Vine directamente a Zamora porque tenía un familiar. Mi vida antes de llegar a la Casa de Acogida de Cáritas era normal. Trabajaba de camarero, pero todo cambio  con la pandemia. Cobré un tiempo el ERTE, luego volví a trabajar de camarero, pero solo mes y medio y ahora estoy en el paro sin cobrar nada. Estuve tres días en la calle y eso fue muy duro. Algunas personas te tratan mal cuando te ven en la calle y el corazón te duele muchísimo.

Estoy buscando trabajo a través del Ecyl y del programa de empleo de Cáritas, pero ahora es difícil encontrar, aunque yo trabajaría de cualquier otra cosa. En mi país estuve estudiando en la universidad matemáticas y también tengo un curso de soldador.

Me hablaron de la Casa de Acogida, yo ya había estado en Cáritas porque me apunté a las Clases de Lengua y Cultura Española a través de su programa de inmigrantes. Llevo un mes aproximadamente en la Casa de Acogida, aquí los monitores son muy buenas personas y nos ayudan muchísimo, estoy muy agradecido por ello. Nos dan casa y comida, me encuentro muy bien aquí.

Mi objetivo es trabajar de lo que sea. Ahora estoy haciendo el curso de camarero en el programa de empleo de Cáritas.

En Zamora estoy muy bien, tengo  amigos y me gustaría quedarme aquí, pero no tengo problema para desplazarme si me dan trabajo en otro sitio.  Yo soy una persona abierta, hablo con la gente y el trabajo de camarero ayuda a conocer a muchas personas”.