Análisis y reflexión30/11/2022

Ablandar la mirada dejando que la vida entre…

Todas las personas necesitamos amor, es la mejor medicina que te abre todas las puertas aunque todo parezca perdido

Durante más de una década escuché a las familias pedirnos cuando llevábamos a sus hijos e hijas de campamento que organizáramos algo para ellas.  El goteo de año en año, fue imprimiendo fuerza y tesón a la sugerencia, archivándose en la hoja mental de “cosas maravillosas pendientes de hacer”.

¿Cómo no iba a ser maravilloso si la fuerza que impulsa una convivencia azarosa con un propósito común, me había llenado de felicidad mi vida año tras año?

Durante el desarrollo de Pausa en 2022 pude observar que el anhelo de comunidad y conversión se respiraba en cada rincón en el que caía. Pasé de ser muy activa a querer convertirme en la mejor alumna de la riqueza de cada grupo. Observé la potencia que hay detrás de cada encuentro, nadie se queda igual que ha entrado. Admiré profundamente la valentía de quiénes se ponen de frente a sí mismos a través de los otros, para dejarse hacer.

En el caudal de personas a las que conocí, cada vez era más significativa la lista de inmigrantes con profundo desarraigo que silenciosamente convivían con su dolor, tratando de disimular la fragilidad para sobrevivir en el mundo de papeles, leyes y ayudas.

De algún modo me recordaron que es la fragilidad y no el éxito lo que nos acerca a los demás, la que nos hace darnos cuenta que nos necesitamos. Conecté con mi vulnerabilidad, y pude volver a revisar mi ilusoria creencia de autosuficiencia.

Estas personas fueron fuente de inspiración para el retiro, que solo podía ser sostenido en el común denominador de la existencia; la espiritualidad y la relación con todo lo que nos rodea.

Buceando entre los miedos de todos ante la experiencia abierta e inclusiva, medio centenar de personas respondieron la llamada interior de cerrar la puerta a las preguntas y abrir la del corazón. Hoy aún flotamos. Gracias Cáritas por ser un espacio de encuentro paciente para recordarnos el camino de vuelta al amor.

Os dejamos algunos testimonios:

«Se nota el amor desde el que está hecho…

Encantada y agradecidísima por la oportunidad. Un gran aprendizaje sobre meditación, descubriendo la necesidad de silenciarse. Todo está en nuestra mirada. 

He sentido en varios momentos una paz desconocida para mí.

Me marcho con el corazón lleno de hermosas emociones, me siento mejor persona.

Voy con energía renovada para intentar hacer un mundo un poquito mejor, más humano…todos somos herman@s y así hemos de tratarnos. Hay mucho dolor en el mundo, hay que acompañar sin juzgar a las personas que llegan a nuestra vida. Gracias Cáritas» 

Conchi, voluntaria


​» Es un paraíso soñado...

Lo primero de todo agradecer una y mil veces a Dios por darnos la oportunidad de conocer gente nueva y en especial a Cáritas. La experiencia de estar en un retiro es espectacular pues te alimentan el alma y el corazón. Liberas cargas que no sabes desde cuándo las tenías. Continuar con programas de ayuda y orientación espiritual y ecológica favorece la unión. Nunca habíamos tenido la oportunidad de disfrutar de algo tan lindo. Mil y Mil gracias»

José, participante


«Experiencia extraordinaria…

«El sentimiento de comunión, de fraternidad y de igualdad ha sido la constante en estos días. Supuso un antes y un después en mi experiencia en Cáritas; el Modelo de Acción Social en práctica totalmente: Se ha caminado con amorosa precisión por la interiorización, la espiritualidad, la comunidad, la naturaleza y la participación. Agradezco a la organización que se potencien experiencias de este tipo. He descubierto lo mucho que me gusta el silencio, el trabajo con las personas desde la horizontalidad, y cómo la espiritualidad nos une a todos.« 

Rosa, técnica