Mientras haya personas que aman, hay esperanza
Mensaje de Navidad.
Hace tiempo ya que nuestras ciudades y pueblos han encendido las luces de la Navidad. Dicen los expertos que de esta manera se incentiva la ilusión y el consumo. Me preocupa sobre todo lo primero puesto que, efectivamente, hay mucha gente cuya esperanza necesita vitaminas. El IX Informe Foessa ha desvelado la triste realidad de más de cuatro millones de personas, compatriotas nuestros, que están en riesgo grave de exclusión social.
Sólo una mirada indiferente y un corazón de piedra puede permanecer indiferente ante esta situación. Los seguidores de Jesucristo, los que contemplamos al Niño Dios hecho frágil y necesitado de cuidado en el portal de Belén, escuchamos su llamada a ofrecerle la atención que se merece todo hijo e hija de Dios. Ahí están los miles de personas que en nuestra región carecen de hogar o habitan viviendas absolutamente precarias, las que sufren precariedad laboral o desarrollan un trabajo que no les garantiza los recursos suficientes para disfrutar de una vida digna, los inmigrantes que sufren el rechazo y no pueden disfrutar del calor de un hogar…
Sin duda alguna, todas estas personas tienen sus sueños, incluso esperan tener un golpe de suerte y que les toque el gordo de la próxima lotería de Navidad. Soñar es gratis, pero no podemos dejar que dependa de la suerte o del azar el futuro de tantos miles de personas. Efectivamente, la dignidad humana no puede ser cuestión de suerte, al contrario, merece ser protegida con independencia del lugar de origen y las condiciones del entorno. Toda persona tiene derecho a una vida digna, un hogar habitable, un trabajo decente, una buena educación, seguridad y paz.
La misión de Cáritas es contribuir a que la dignidad humana sea respetada y promovida siempre. Eso es lo que hacen los miles de voluntarios y trabajadores de la organización que, cada día, acompañan a personas cuya esperanza está quebrada por la injusticia. Es lo que hacen los responsables de esta institución eclesial. En nombre de las Iglesias particulares que peregrinan en Andalucía, como obispo responsable del acompañamiento de la Cáritas regional, os doy las gracias a todos. Con vuestro compromiso hacéis patente que, donde hay personas que aman, renace la esperanza. Al mismo tiempo, a las puertas de la Navidad, os encomiendo al Señor que nace pobre y frágil para sanar nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia. ¡Feliz Navidad!



