Parroquias08/07/2020

Nuestra mirada

El grupo de Cáritas de Nuestra Señora de la Paz-Santa Teresa nos cuenta cómo un voluntario mira hacia esta nueva realidad/normalidad

Soy Araceli, directora del equipo de Cáritas Parroquial La Paz y Santa Teresa en Albacete capital. Somos un grupo de 24 voluntarios de edades entre 32 y 79 años y convivimos, en nuestro acompañamiento, con 54 familias de barriadas situadas a las afueras de la ciudad y que arrastran, durante décadas, situaciones claras de empobrecimiento. Nuestro objetivo es crear barrio, empoderar a las familias y que ellas sean las verdaderas protagonistas de su propio proyecto de presente y futuro de barrio y por tanto de ciudad, para ello no nos limitamos a nuestras posibilidades reales, sino que implicamos al Ayuntamiento a través de su Asociaciones de Vecinos y a las compañeras Trabajadoras y Educadoras sociales, que tienen su destino profesional con nuestras familias.

Y llegó la pandemia… y estos planes hubo que aparcarlos y reinventándonos, paliar el nuevo paisaje que se nos avecinaba. Qué tiempo tan complicado para nuestras familias. Y lejos de soluciones próximas, las situaciones de necesidad en los aspectos de la vida cotidiana  se alargan aumentando situaciones de riesgo y de vulnerabilidad por la falta de trabajo y de ayudas sociales. Rápido nos pusimos en marcha, comenzamos con una campaña de sensibilización ante esta situación para captar donaciones económicas para poder realizar un plan de choque que nos permitiera atender y acompañar al barrio y a sus familias paliando en la medida que fuera sea posible, para cubrir las necesidades básicas de alimentación y, al mismo tiempo, para que el comercio del barrio tampoco se empobreciera más, acercando a nuestras familias a los comercios del barrio con gasto cero para ellos, garantizando así que nuestras familias pudieran adquirir libremente los productos básicos de alimentación y que el gasto se produjera en el mismo barrio y en los pequeños comercios.

Los meses van pasando y aumenta vertiginosamente la brecha educacional que muchos niños y adolescentes padecen por no tener los medios tecnológicos para poder seguir sus clases y realizar sus trabajos, al igual que sus familias, las cuales no tienen la formación suficiente para poder ayudarles.  Había que ponerse en marcha y sin demora. En coordinación con los Servicios Sociales, estamos actualmente preparando otro plan de choque. Durante estos meses de verano los niños y adolescentes de nuestras familias podrán recibir clases, podrán tener campamento de verano, gracias a la generosidad de una academia particular y al fondo económico del que disponemos, gracias a la generosidad de muchos.

Nuestra señal de identidad no es dar, es darse, mejor dicho, es darse dando. Cuando nos damos imitamos a la mirada de Jesús. Un darse desde sí al otro para que desde sí mismo transforme su vida .

 

Nuestro gesto de cercanía al otro, nuestra nueva mirada, busca apoyar su propia realización, haciendo posible que Jesús este presente en la manera de dar dándonos.

Solo el amor transforma sin invadir. Todos somos hijos de Dios de la misericordia. Cuando nos damos, recorremos juntos el camino del otro, desde nuestro propio camino, sintiendo que también nosotros somos vulnerables.

Apoyándonos desde una nueva mirada. Nutriendo, desde la dignidad y el respeto a la vida del hermano que sufre.